Tianjin, 2013

Documental independiente chino: una mirada alternativa

Hace ya tiempo que las palabras “China” y “contaminación” aparecen a menudo juntas en una misma oración. Motivos no faltan. En las grandes urbes, la contaminación del aire ha alcanzado límites que convierten el uso de la mascarilla en un ejercicio de ingenuidad. En otras regiones del país, el avance indiscriminado del tejido industrial deja a menudo un paisaje herido de muerte.

Puede que Pekín se haya mostrado reacia durante años a reconocer las dimensiones de su crisis medioambiental, pero en el seno de la sociedad china hace tiempo que arraigó la crítica. El ciudadano de a pie expresa su descontento en ocasiones como la cumbre del APEC en 2014 en Pekín, con las redes sociales chinas llenas de sarcásticos llamamientos a disfrutar del excepcional cielo azul. La mirada de cineastas y documentalistas a este problema, por su parte, fue objeto el pasado abril de un apasionante ciclo organizado por el Instituto Confucio de la Universidad de Granada: El (eco) documental independiente chino.

Tianjin 2013. Fuente: Ana Padilla
Tianjin 2013. Fuente: Ana Padilla

Los inicios del género documental

El documental chino ha experimentado un intenso y fascinante desarrollo en las últimas décadas. Tal y como explicó Tyra Díez, ponente de la primera jornada y profesora del área de Estudios Asiáticos de la UOC:

“Este género es independiente por existir fuera del sistema estatal de producción y distribución, y no necesariamente en contra del Estado”.

La palabra clave aquí es la “demolición” física y simbólica del espacio. En un proceso de modernización bajo el mando de Deng Xiaoping en los años 80, los sucesos de Tiananmen representaron el máximo exponente del cierre de ese espacio público, el fin definitivo de la retórica colectivista en la que crecieron los documentalistas que comenzaron su labor en la década de los 90 y el inicio de una cultura marginal De esa época data, por ejemplo, Tiananmen Square (1991, de Shi Jian y SWYC Group.)

"Demolición". Fuente: http://cul.sohu.com/20130517/n376220087.shtml
«Demolición». Fuente: sohu.com

Se enfatiza el concepto de la inmediatez, como se muestra en obras como Bumming in Beijing (1990, Wu Wenguang) al que posteriormente se sumaron temas como el estilo individual, la preocupación por salvar la realidad que se destruye y la demolición del espacio privado que supuso el lado oscuro de las reformas nacionales y la agresiva urbanización.

La popularización de las cámaras de DVD ayuda enormemente al desarrollo independiente del género y aparecen, entre otros, títulos ya de marcado sesgo ecologista: Plastic China (2015, Wang Jiuliang), To Live for Food (2015, Ming Shang) o In Public (2001, Jia Zhang-Ke), en la que el personaje se encuentra en junglas urbanas y públicas que se mezclan con una naturaleza que ha perdido su carácter paradisíaco.

Bumming in Beijing. Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=EKlQHICNXcI
Bumming in Beijing. Fuente: Youtube

La segunda jornada, parcialmente a cargo de la experta italiana Désirée Marianini, de la ZeLIG School of Documentary, Cinema and TV, ahondó en esta división a principios de los años 90 en la que el movimiento independiente continuó abogando por el realismo y el foco en la vida urbana, posicionándose en contra de la comercialización de la cultura y de las ataduras a un manifiesto fundacional.

Pekín asediada por la basura

Sin embargo, la verdadera conmoción para el público asistente vino con Beijing Besieged by Waste (2011), del director Wang Jiuliang, quien estuvo asimismo presente en los coloquios posteriores a la proyección y de clausura del ciclo. Lo primero que sorprende al espectador, a veces demasiado dispuesto a asumir la censura, es el hecho de que este documental diese lugar a una intensa discusión pública e impulsase al gobierno municipal de Pekín a invertir por fin en la mejora de la industria basurera local.

Beijing. Fuente: FOTO 4: Capturas de pantalla a partir del enlace de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=W73eKAjyNXs
Beijing. Fuente: FOTO 4: Capturas de pantalla a partir del enlace de Youtube

Wang Jiuliang empleó cuatro años en la investigación exhaustiva de una realidad inquietante: el séptimo anillo de Pekín, un verdadero cerco a la capital china compuesto por más de 460 vertederos nocivos e ilegales en su mayoría. El resultado es una denuncia objetiva e imparcial en la que las escenas de los vertederos hablan por sí mismas y los testimonios de sus trabajadores aparecen de forma puntual y concisa. Revelaciones como la procedencia del aceite empleado por muchos restaurantes locales llegan cuando el espectador se ha visto forzado ya a mirar aquello que expulsó de su ciudad, de su conciencia.

Poco tenía que ver el Pekín retratado por la lente del director con la ciudad que tanta atracción despierta en el imaginario occidental. La audiencia podía imaginar la sombra sobre su propia comunidad, sobre la sociedad en la que vive. La amenaza del medio ambiente puede ignorarse por desidia o egoísmo, pero no por falta de comprensión: su lenguaje es universal.