Los pájaros Le Miau Noir
Fotograma de “Los pájaros” (1963)

La soberbia esencia de Alfred Hitchcock

Un extraordinario talento y una controvertida personalidad. Alfred Hitchcock, nacido en Londres en 1899, no precisó de mucho más para consagrarse como uno de los directores de cine más influyentes del siglo XX.

Vivió una disciplinada y, a la vez, excéntrica y solitaria infancia en el seno de una familia económicamente estable. Pero quizá fue la figura de su padre, William Hitchcock, la que moldeó su personalidad hasta convertirla en una odisea de grandilocuencia, estridencia y originalidad.

Alfred Hitchcock Le Miau Noir
Alfred Hitchcock

De modesto cinéfilo a reclamado cineasta

Desde niño reflejó aquel ávido e impetuoso gusto por el séptimo arte, convirtiéndose en seguidor de cineastas como Chaplin, Douglas Fairbank o Luis Buñuel. Su destacable devoción por la lectura fue otro de los múltiples puntos a favor en el desarrollo de su inesperada inmersión en el cine. El asombro que produjo en Hitchcock las góticas lecturas de Edgar Allan Poe le ayudó a construir una nueva forma de entender el género suspense.

Sus inicios como diseñador de rótulos y decorados para cine mudo en la compañía cinematográfica estadounidense Famous Players-Lasky le iniciaron en las técnicas de filmación. Así, de montador, director artístico y guionista, pasó en 1925 a dirigir en Múnich su primera película: El jardín de la alegría. El éxito alcanzado con su primer film llevó a Hitchcock a realizar otras películas como La muchacha de Londres (1929), El hombre que sabía demasiado (1956) o 39 escalones (1935). El fenómeno Hitchcock implantó sus semillas en Europa, convirtiéndose en tendencia y aclamo de diversos países europeos. Pero el gran salto estaba aún por llegar.

El jardín de la alegría Le Miau Noir
Cartel de “El jardín de la alegría” (1925)

El gran salto a Hollywood

En 1938 cruzó el océano para dejar su huella profundamente grabada en el cine norteamericano. Se sumergió de lleno en el panorama Hollywoodense, creando su propia productora, Transatlantic Pictures. En esta etapa Hitchcock contó con la majestuosa colaboración de Salvador Dalí para los decorados de los films Recuerda (1945) y Encadenados (1946).

Fueron estos mismos años en los que la actriz Ingrid Bergman comenzó a formar parte de las películas, y la mente convulsa, del cineasta. El prototipo de mujer rubia y de rasgos nórdicos hacía perder la cabeza al polifacético director: cambiaba más de musa que de abrigo.

Náufragos Le Miau Noir
Fotograma de “Náufragos” (1944)

Hitchcock no sólo amaba aleccionar a todo un equipo de producción cinematográfica, sino que también se otorgó a sí mismo el don del cameo en los films. Sus fugaces apariciones y su característico sentido del humor condimentaban con picardía el día a día de los rodajes.

Hitchcock y la construcción del thriller psicológico

Mentes inestables, ambientes turbios, angustiosos y atmósferas misteriosas con una gran dinámica de tensión. El subgénero del thriller psicológico de Hitchcock revolucionó la forma de entender el cine. Supo cómo dotar a los films de suspense de la correcta ansiedad para dejar boquiabierto al espectador. La exposición del terror psicológico con un fuerte peligro a nivel mental aderezó la personalidad de sus personajes.

La ventana indiscreta Le Miau Noir
Tras las cámaras de “La ventana indiscreta” (1954)

No quiso hacer del cine una mera representación de ficciones planas y banales. Buscó otorgar al miedo el grado exacto de desequilibrio para que su narración fuera recordada en la posteridad: ‘’No es tan difícil de entender el miedo. Después de todo ¿acaso no lo sentíamos todos en nuestra infancia? Nada ha cambiado desde que Caperucita Roja se encontró con el Lobo Feroz. Lo que hoy nos asusta es exactamente lo mismo que nos asustaba antaño. Sólo que se trata de un miedo diferente. Esta estructura del temor está muy arraigada en cada individuo”

Psicósis (1960) fue una magnífica obra de terror y suspense, considerada como un mito en la historia del cine. En ella el lenguaje narrativo cobró más vida de la que pudo cobrar en películas anteriores. Protagonizado por Anthony Perkins, Vera Miles, John Gavin, Martin Balsam y Janet Leigh, entre otros, marcó un antes y un después en el conjunto de su proyección cinematográfica. En su estreno las reacciones negativas no tardaron en llegar. La cinta llegó a ser tildada de abyecta y casi pornográfica. Sin embargo, vino a ser la demostración más palpable y llamativa de lo que Hitchcock consideraba como cine puro y duro.

La mítica y fuertemente reconocida escena de la ducha de Psicósis dejó grandes secuelas en la audiencia y entre el público más joven. De repente aparecieron temores donde antes no los hubo. El cotidiano hecho de darse una ducha provocaba episodios de pavor.

Los pájaros (1963) fue otra gran película basada en un relato de la escritora Daphne Du Maurier, donde Hitchcock supo subvertir la monótona realidad de una pequeña villa. Protagonizada por Tippi Hedren y Rod Taylor, la cinta aportó una gran tensión emocional unida a una severa y fuerte carga psicológica. Sus escenas son una continua relación entre el individuo y el pájaro enjaulado. El eterno tema hitchconiano llevado al extremo: la impetuosa pretensión del ser humano de creerse dueño de sí mismo y de la realidad. No hay esquemas, no hay normas.

Alfred Hitchcock se encuentra en la lista de aquellos grandes directores que nunca ganaron un Óscar pero sí supieron estar más allá de la cumbre de todas las expectativas. Como dijo el propio Hitchcock: “El cine no es un trozo de vida, sino un pedazo de pastel”.

Clara Cerezo

Periodismo y literatura como refugio.