Trump: ¿Y ahora qué?

La mayor preocupación que tenían los habitantes de la aldea de Asterix y Obelix era que el cielo se cayera sobre sus cabezas. 2016 ha sido un año donde muchos gobiernos occidentales, se han dedicado a poner a prueba este temor y a base de escupir referéndums, han reciclado líderes políticos a una velocidad asombrosa: Cameron, Renzi, la paz social de Colombia… todos  descansan ya el sueño de los justos en alguna playa de Benidorm cortesía de su voluntad democrática y escasa visión de la sociedad contemporánea. La población tiene miedo e incertidumbre hacia lo desconocido y devuelve el escupitajo cada vez que puede hacia sus tradicionales líderes. No hace falta tener telarañas o ver raspas de pescado en el bolsillo para notar que seguimos en una crisis muy profunda.

Donald J. Trump será el 45º Presidente de los Estados Unidos de América (guste o no), tras su victoria electoral el pasado 8 de Noviembre, tras vencer a Hillary Clinton de forma rotunda gracias a un mensaje lleno de excentricidades frescas que esconden un populismo podrido. Detrás del muro que pretende unir Brownsville hasta San Diego se encuentra el control de la inmigración y el empleo de los nacionales por encima de los foráneos. Detrás de los mensajes contra sus propias Agencias está un control férreo de las relaciones internacionales. Detrás de lo que se ve, la verdad a medio descubrir.

El nuevo inquilino de la Casa Blanca (el segundo Donald más popular de Estados Unidos tras el personaje de Disney) no es alguien desconocido para el ciudadano medio. Desde su Torre Trump ha liderado un vasto imperio inmobiliario, una influencia mediática sin parangón y ha creado una incertidumbre latente en conocer cuál será el personaje que va a interpretar durante los próximos cuatro años de mandato: si el exitoso empresario amamantado intelectualmente entre los pechos de Wharton, o el pato mareado que siempre está enfadado con el mundo usando Twitter como una arma de destrucción masiva metiéndose donde no le llaman. ¿Y ahora qué?

viñeta Trump toma de posesión
Viñeta de Sergio Gallego

“Es la economía, estúpido”

No vamos a arrancarnos todavía los pelos de la cabeza (en homenaje al pelazo rubio de nuestro ínclito Obelix yankee) ni a dejarnos llevar por la marea periodística que arroja ríos y ríos de tinta sobre el futuro del mundo. Estados Unidos no es el primer país que en las últimas fechas se echa en brazos del proteccionismo económico (ni será el último). China lleva un lustro cavando trinchera en torno a su sistema productivo; Suiza, Japón y el Reino Unido están protegiendo sus divisas como leones panza arriba sabiendo que son pequeños peces monetarios dentro del acuario inmenso que es el espacio que deja el dólar dentro de las transacciones mundiales. Europa hace tiempo que no se entera de absolutamente nada y sobrevive con un mercado interior, con una alta demanda interna que prácticamente absorbe todo gracias a la cobertura del Estado del Bienestar. La globalización sigue existiendo, pero hemos creado muchas pequeñas aldeas en la economía general. Bienvenidos a la nueva Galia. Los Estados Unidos de América.

La bolsa americana se encuentra en máximos históricos. Hay mentones de Yale elevados caminando por Times Square y hay tal optimismo en las calles que siempre es fin de año en Wall Street. Lo que no sabemos es si esa fortaleza en cifras es provocado porque la economía americana ha utilizado la poción mágica (la emisión masiva de dólares y deuda sin saber si se devolverá en el futuro gracias a la Reserva Federal) o si las instituciones americanas tienen músculo de verdad para afrontar los retos que vendrán en los próximo años sobre el cambio de liderazgo en la economía mundial. ¡Qué vienen los Charlies! Cabe recordar que desde hace muchos años, la economía de China “saca” un millón de personas del subdesarrollo cada mes y los “transforma” en clase media con necesidades y consumo occidentales. Ave China, la nueva Roma, los que van a exportar te saludan

Nadie sabe  que va pasar mañana, pero está claro que detrás de uno de los Premios Nobel de la Paz más polémicos de todos los tiempos, se encuentra, uno de los polemistas de la paz menos nóveles que se recuerdan. La historia y el futuro pondrán a cada uno en su lugar. Solo el tiempo dirá si la verdad se escribe negro sobre blanco o si, a base de corregir lo ya escrito, vemos mucho blanco sobre negro. En todo caso, el mundo exige el menor número de tachones. ¡Por Tutatis!