Los cortometrajes. Para muchos el paso previo al largometraje. En la pasada (y pesada) gala de los Goya, el expresidente de la Academia, Enrique González Macho, hablaba de los cortometrajistas como el futuro del cine español. El premiado por el corto de animación Juan y la nube, Giovanni Maccelli, lo ponía en entredicho al recoger al cabezón. “No somos el futuro, somos el presente desconocido”. Y es que parece que mucha gente no sabe, o no quiere saber, que si bien el cortometraje ha servido para sentar las bases de muchos cineastas en su obra posterior, estos, como tales, tienen una áurea propia. En el siguiente artículo, vamos a sumergirnos en el mundo del metraje reducido, mediante conocidas piezas de los últimos años, para así analizar la función de estos en cada uno de los casos.
Don Pepe Popi (2012) Carlos Vermut
Sería bueno empezar por el tópico con el que se iniciaban estas líneas. El cortometraje como base, impulso para el largometraje. La dificultad por reunir financiación puede llegar a frustrar muchos proyectos, en otras ocasiones mutilarlos, y en algunas, agudizar el ingenio del director y/o guionista. Si echamos la vista atrás, podemos disfrutar de los inteligentísimos guiones de obras de Nacho Vigalondo como Código 7 (2002) o la nominada al Oscar al mejor cortometraje de ficción 7:35 de la mañana. Sin embargo, estaría bien pararnos en uno de los nombres de este año, Carlos Vermut, quien se ha coronado como una de las nuevas personalidades del cine español ganando la concha de oro a mejor película y mejor director en el pasado Festival de San Sebastián con Magical Girl.
El cortometraje que abarcamos, situado entre su ópera prima Diamond Flash (2010) y la película anteriormente nombrada, llamado Don Pepe Popi (2012), nos sirve para conocer la elegancia de un guión absurdamente planeado. El absurdo nacido de lo que el crítico y cineasta de #littlesecretfilm Jordi Costa teoriza como posthumor, aquello que fracasa deliberadamente en su intento humorístico, a lo Muchacha Nui (2007, vv.aa.), es aquí puesto sobre la mesa mediante el acertado reparto integrado por Vengamonjas. Las nociones cómicas, provocando casi la vergüenza ajena del espectador que vemos en su obra posterior, es aquí felizmente mostrada gracias a la ridícula canción que los protagonistas presentan a la familia de una niña muerta siguiendo los últimos deseos de la pequeña. Cuando el humor absurdo y negro se entremezclan en Magical Girl, es muy difícil no reconocer sus primeros gérmenes en este interesante cortometraje.
Aningaaq (2013) Jonás Cuarón
¿Y cuándo el cortometraje no es un precedente sino una continuación? Pues Jonás Cuarón, hermano de Alfonso y coguionista de Gravity (2013), va todavía más lejos. Aningaaq no es ninguna secuela de la aventura espacial protagonizada por George Clooney y Sandra Bullock. En su lugar, nos encontramos con un cortometraje que se intercala dentro del relato del largometraje. Haciendo gala de una dirección mucha más pausada, casando a la perfección con la simplicidad formal que tiene su puesta en escena debido a su desértica y nevada ubicación, contrasta y con inteligencia con el trepidante universo donde Sandra Bullock se juega la vida y el esquimal, incapaz de entender nada, continua son su calmada vida, no sin observar al final del cortometraje, sin tener ni la más remota idea de que se trata, lo que está directamente relacionado con la conversación que acaba de mantener.
I’m here (2010) Spike Jonze
El cine es el arte de contar historias. Otro de los dogmas que estamos acostumbrados a escuchar. Pues si bien esto sería limitar las bifurcaciones del cinematógrafo, en la mayoría del espectro fílmico mundial es cierto. Pero, ¿es necesario que una historia dure más de 80 minutos? No. A veces, con menos de 30 minutos, se pueden contar las más grandes historias (ni 15 necesitó George Mèlies para regalarnos la primera película de ciencia ficción de la Historia, Viaje a la Luna de 1902).
Y siguiendo en la estela de la syfy, Spike Jonze, conocido por filmes tan relevantes como la reciente Her (2013), donde Joaquin Phoenix se enamoraba de un sistema operativo cuya voz interpretaba Scarlett Johansson, o Cómo ser John Malkovich (1999), película de culto que alterna una originalísima ciencia ficción con un humor de lo más negro y surrealista, presentó en Sundance en 2010 el cortometraje I’m Here, una peculiar historia de amor entre dos robots. En una sociedad ubicada en un futuro no muy lejano, tanto seres humanos como robots viven mezclados dentro de la urbe con apenas conflictos entre ellos. La integración es tal que suelen interactuar entre ellos, aunque aun queden atisbos de una época pasada, reflejados en una señora mayor, que vivió la época en la que no existían robots, reprochándoles a éstos que circulen por la vía urbana conduciendo un vehículo. El paralelismo racial e intergeneracional es evidente. Sumido en el aburrimiento de lo rutinario, el chico conoce a una chica. Típico inicio de un filme romántico cualquiera, salvo que estamos hablando de robots. Robots que se comportan como humanos, tontean como humanos, disfrutan como humanos y aman como humanos. La dirección de Jonze, unido a un seguido de temas musicales edulcorados refuerzan esta emoción, esta capacidad de transmitir un sentimiento tan humano como es el del enamoramiento a partir de dos androides.
Después el cortometraje se pierde en un mar de tópicos donde el “hombre” ofrece un rol protector con la “mujer”, algo que podría haber sido al revés tranquilamente, pero con el final del visionado, encontramos unos personajes que derrochan carisma y empatía, un sentimiento y una implicación emocional brillantemente lograda y una amarga tristeza que deja poso, tanto por su belleza como por la magia de transmitir de una manera tan humana un sentimiento tan poderoso como es el del amor.
3/105 (2014) Diego Opazo, Avelina Prat
Hablábamos de contar historias, pero, ¿y la relevancia de cómo se cuentan estas historias? Un cortometraje, al igual que el cine, también puede tratar de explicarnos unos sucesos de una manera críptica, obligando a la complicidad interactiva del espectador. Este el es caso de 3/105, cortometraje valenciano presente en el pasado Festival de Gijón y La Mostra de Venecia. En él, tan solo tenemos un plano fijo de un río. Hay basura que no puede escapar de él, las personas pasan por el otro lado del puente, andan, corren, siguen con sus vidas, como el transcurso del agua. Sin embargo, hay voces en off, conversaciones grabadas que, dejando cierta libertad interpretativa al espectador, hablan de una muerte, de una mujer que parece ser inmigrante y ¿prostituta? El frío certificado de defunción del médico, la historia de muerte y desamparo, dialoga a la perfección con la imagen presentada, donde cada uno sigue su camino, indiferente, ajeno a lo que ocurra, sin intención alguna de inmiscuirse en un mundo que es real pero no les es pertinente.
Adam and Dog (2011) Minkyu Lee
La animación no puede faltar en nuestro particular repaso. Hoy en día es un hecho, pero hasta hace unos años, no se consideraba al cine de animación como eso, cine. El oso de oro en Berlín a El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, Japón, 2001), cambió, y con motivos, esta concepción en Europa (y el mundo). Para que el lector se haga una idea de esto, es pertinente recordar la anécdota que cuenta que los críticos españoles no publicaron reseñas de este filme en sus respectivos medios debido a que no contaban con que una película de animación se hiciese con el máximo galardón berlinés. Otra losa que tiene encima la animación es el tópico de que los “dibujos animados” están destinados a un público infantil. También que el que se dirige a los adultos suele ser violento. Para desmentir estos dos tópicos, podemos disfrutar de una obra un tanto desapercibida como es Adam and Dog. Este cortometraje nominado al Oscar en 2012 (se vio vencido por el archiconocido Paper Man), fue realizado y producido, de manera independiente, por el propio Minkyu Lee. En él, nos asombramos de la belleza de la naturaleza en la que vive Adam, quien goza de la amistad de un perro, quien sufre por el desamparo que le produce el encuentro de su amo con Eva. Esta historia en su inicio plácida y contemplativa, acaba metamorfoseando en una búsqueda, representada mediante escenas de acción, de la amistad y la huida de la soledad. Su director, se confiesa admirador de la obra de Miyazaki, Terence Malick y Tarkovsky. El tratamiento tan personal y hermoso que hace de la naturaleza así lo atestiguan.