Música pop en las nubes

Hablar de la música pop ya es un lugar común en el mercado musical y en el cotidiano desde hace muchos años. El término incluso se volvió un género musical separado, al lado del rock y del hip-hop, aunque muchos artistas de estos dos estilos sean conocidas estrellas del pop, hagan conciertos para multitudes y hayan vendido, a su tiempo, millones de discos.

Eso ya demuestra que la propia definición de lo que es pop o no en la música es dinámico y circunstancial. La idea de la “música pop” como tal surgió en los años 50 y 60 en Estados Unidos y Reino Unido, basada, sobre todo, en los anuncios comerciales del mercado musical, aquella música o artista que vendió muchos discos, ganó mucha difusión en las radios y televisiones, y por fin, se volvió una influencia pública. Por cuestionas geográficas y sociales, la música estadounidense, en parte, el rock, logró ser uno de los parámetros estéticos para la clasificación.

Figuras de Lego caracterizadas representan un concierto de música pop
La cultura pop en forma de Lego | Fuente: Flickr.com

¿Qué define a una música como «pop»?

El compás 4/4, el formato de canción con melodía y letra de rápida memorización, la organización del verso con coro y la duración de 3 a 4 minutos forman parte de la combinación que define la estructura de una canción que puede volverse un fenómeno pop. El género o la instrumentación suelen ser variados, pero la tendencia histórica es la homogenización y cierta pasteurización de la producción musical. Así pasó con los Beatles, grupo que quizá tenga establecido el pop como género global en la historia de la industria fonográfica, junto a otros muchos artistas que vinieron después.

El carácter industrial, incluso educativo, del funcionamiento del mercado cultural hace que sus productos, en este caso musicales, sean adaptados a las demandas de consumo convenientes al momento, hechos para un público ya educado para consumirlos. La figura del productor musical se erige, en este momento, como aquel que formatea al artista para que su música suene adecuada para la distribución en medios de comunicación. En este momento histórico, aún había un gran equilibrio entre el talento auténtico del artista y la presión comercial por ventas.

El estudio se volvió fabrica

Así como el productor moldea al artista, él también puede crear su proyecto pop para hacer dinero. Grupos como N’Sinc, Audioslave, Sex Pistols, Milli Vanilli y el K-Pop contemporáneo son ejemplos de grupos ‘hechos en estudio’. Con el avance de la tecnología musical en los años 70 y 80, la producción de sonidos electrónicos ha facilitado la manera de hacer música en masa y de gran calidad técnica. El fenómeno disco, Michael Jackson, Madonna y las estrellas  pop posteriores son fruto del creciente proceso de pasteurización musical como ritmos crecientes, como el hip-hop, la música electrónica y el indie rock que luego fueron asimilados.

Un supuesto contrapunto, presentado por algunos sectores de la crítica musical como oposición a este proceso de masificación, aunque bastante dudoso, fue el rock, que con sus instrumentos de sonido visceral y composiciones orgánicas, harían una música menos industrial, más artística y autoral, justamente porque no estaría comprometida con el dominio total de la máquina. La paradoja es que este mismo género ayudó al mercado a volverse millonario entre los años 60 y 70 manteniendo un público segmentado y fiel.

 

Después de la tienda

Con el reciente colapso y reorganización del mercado musical y la democratización del videoclip, los parámetros de clasificación de lo que es pop o no, sorprendentemente, siguen subordinados al mismo modelo, pero con modos de difusión mucho más pulverizados. Los servicios de streaming y Youtube han sustituido a la televisión, la radio y la mercancía del disco, lo que podría significar una mayor libertad para los artistas. Pero el consumo es cada vez más incierto y sigue, de cierta forma, viciado en el paradigma de las boy o girl bands, o las divas y cantantes producidos en estudio, con el agravante de que ahora son numerosos y no tienen la estructura que un sello discográfico un día pudo proporcionar.

"Hablemos de vinilos" | Fuente: Flickr.com
«Hablemos de vinilos» | Fuente: Flickr.com

Si la llegada del estudio musical portátil y la caída de los grandes monopolios musicales liberaron a la potencialidad creativa de los artistas, que ahora pueden producir y vender su música como quieran, por otro lado, el público puede sentirse perdido en el mar de información que es Internet, y la música pop tendrá que ser cada vez más hecha para el consumo temporal y concreto. De todos modos, el desafío del músico de crear públicos distintos en un universo artístico con poca o casi ninguna curación esta lejos de tener un método determinado.