Cuatro crochés literarios

El boxeo es poesía. Si piensa lo contrario, deje de leer esto. Deje de leerlo también si cree que son dos necios acéfalos en un cuadrilátero. O lea sin prejuicios, o calle para siempre.

Si ha existido una injusticia histórica con el sentir de un deporte, ese es el boxeo. El boxeo se achacó de ‘animal’ y, sobre todo, de derechas. El boxeo era una forma de ser fascista. Lo es, de hecho. Libros de estilo de periódicos importantes, de cuyo nombre no quiero acordarme, prohiben y casi sancionan la mera mención. Por aquí han desfilado campeones del mundo con más pena que gloria. Aupados por su sentir; ninguneados por su condición. Son Iniestas. Son Indurains. Son héroes sin nombre.

boxeo y poesía
Manuel Alcántara

Camba se ha vuelto a poner de moda y eso, naturalmente, es culpa de quien lo resucita. Es cierto que en este mundo indie de la lectura hay quien prefiere que esto no hubiera sido así, que siguiera reservado para unos pocos que revisa(mos)ron hemerotecas. Algo así ocurre con Alcántara. Libros del K.O. ha tenido a bien rescatar una obra maestra. Es un buen criterio el suyo: periodistas con mayúsculas y buena edición. Pasen por su web. Decía que publicaron ‘La edad de oro del boxeo’ , quince crónicas, quince, del mejor relator del gancho y directo que haya dado la madre patria. Un botón.

«Doce cuerdas limitan el coraje.

Los mineros del “crochet”, la valiente

población del gimnasio, sangra y siente

bajo el fuego sagrado del voltaje.

Cuatro onzas en los guantes y vendaje

duro. Alta tensión. Aire caliente

del K.O. y cigarrillos…de repente

ha cuadrado la furia su paisaje.

Perfiles de moneda desgastada

cita el gong con su aguda campanada.

La luz del cuadrilátero ilumina

Jóvenes gladiadores golpeando,

el esfuerzo y los músculos poblando

el país del sudor y la resina»

Eugenio Montes será menos conocido. Me refiero al futuro. Ahora lo es. Porque encima tenía el problema de ser falangista ¡no jodas voy a leer yo a un facha! Así se eliminó a Pemán de la poesía y ni siquiera sale en los libros de la universidad de poesía del XX. Memoria histórica.

«Las canas dobladas en el brazo del árbitro.

Y el collar de las cuerdas ahogando el ring.

            Los boxeadores remando con los brazos

                        la balsa no quiere navegar.

F

L

O

R

E

C

E

N rosas morenas en los puños

Que se injertan en las mejillas.

El tren invisible no lanza humo.»

Perdonen que hable de mi, pero es que un día fui a hacer una crítica gastronómica y me acabaron contando una historia de Uzcudun. Maravillosa, por cierto. Supongo que al escribirla me faltó algo de gracia o se me olvidarían detalles. Uzcudun es otro olvidado del deporte español. Por ‘fascista’, claro. «El fascismo no es algo que se es, sino que se encuentra uno siendo» decía Pemán en ‘El otro es fascista’. «¿Cómo sabe uno si pertenece o no a una sociedad en la que no se paga cuota, ni le hacen a uno firmar nada, ni se llevan listas de socios? Le dicen a uno que es socio ¿y cómo lo desmiente uno?»

«Púgil, el triunfo, fresca hiedra,

a tus potentes músculos se adhiere.

Bebe en tu sangre el frescor cuaternario,

pues tu mentón de piedra

en la caverna hiere

el duro muro con su bestiario

de una línea precisa:

el ímpetu de un remo tu sonrisa.

Chispa de pedernal hay en tu iris

de hombre esculpido –no de barro- en roca…

[…]

Que el K.O. no te sea desceñido

voltaico en la romántica borrasca.

¡Oh, neolítico cráneo aparecido

en el umbral de la espelunca vasca!»

Fue Emilio Fornet. Fue ‘La gaceta literaria’. Fue 1928.

Precisamente, un contemporáneo suyo cierra esto. Un año después. Acabaremos echando de menos un poco de poesía entre tanto manual deontológico. Miguel Pérez Ferrero. 1929. Benditas hostias.

«Cara a cara.

Y una estrella de agua

-la esponja se desangra-.

Jadea un señor gordo

con calidad de “puching bag”.

Un torso blanco y otro negro.

[…]

El negro muestra

su dominó

de blancas dobles.

Cerca –al otro lado

de las cuerdas-

hay una discusión de entrenadores.»

Darío Novo Montero

Llevo barba, odio las chanclas, bebo cerveza y tu madre me considerará una mala influencia. Me niego a aceptar el talento que algunos insensatos me atribuyeron e intento demostrar su error escribiendo en periódicos y hablando en la radio.