Don Juan era mujer: Escarlata O’Hara

El mito de don Juan fue abordado por Tirso de Molina, también llamado fray Gabriel Téllez, en su El burlador de Sevilla. Posteriormente lo explotaron otros puntales de la literatura como Molière en 1665, Corneille, Zorrilla o…incluso Mozart y su ópera Don Giovanni. Pero quizás es hora de que se considere que don Juan era mujer. Se llamaba Scarlett. Y vivió en las tierras de Tara.

Y es que al adjetivo “donjuanesco” y la popular expresión “ser un donjuán” debería añadirse su compañero, no contrario sino complementario: “escarlatesco”.

Scarlett O'Hara
Scarlett rodeada de admiradores || trueclassics.files.wordpress

Una de las primeras escenas que puede despertar el parecido con el don Juan acontece cuando Scarlett almuerza con su séquito de hombres embobados por sus ojos. Muy osada para las convenciones sociales, opta por vestirse con escote frente a los abotonados vestidos de sus compañeras. La musa es rebelde, igual que rebelde lo fue el don Álvaro de don Ángel de Saavedra o el Werther de Goethe.

La película Lo que el viento se llevó está clasificada, en términos relativos, como la más taquillera de todos los tiempos teniendo en cuenta la inflación. Clark Gable y Vivien Leigh recaudaron 195 millones de dólares. Pero, contabilizando el impacto de la inflación desde su estreno en 1939, la recaudación se eleva hasta los 1.458 millones de dólares.

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Y como generalmente, detrás de una gran idea hay un gran libro. Este es un ejemplo más, ya que Margaret Mitchell fue la urdidora de Gone with the wind, que ilustra los acontecimientos históricos que rodearon a la guerra civil de los Estados Unidos, la liberación de los esclavos y el nacimiento del Ku Klux Klan como telón de fondo.

Para aquellos que hayan alabado la producción hollywoodiense, se les puede recomendar encarecidamente que se acerquen a la obra, al papel, sin que asusten ante esas aproximadamente 1100 páginas repletas de Clark Gable, o Rhett Buttler, y Vivien Leigh, o Scarlett.

Como dato secundario, aunque no del todo irrelevante, la autora jamás quiso ceder a los ruegos de los seguidores de las aventuras escarlatescas y no proporcionó una segunda parte. Sus herederos, ávidos de ambición, contrataron a una escritora para que publicara esa segunda parte que Mitchell no quiso escribir.

Las conquistas de Scarlett

Si el don Juan de José Zorrilla alardeaba ante Luis Mejía de sus conquistas y matanzas, Scarlett no es menos. Se atreve incluso a arrebatarle el novio a Suellen, su propia hermana, ante la nada aprobatoria mirada de Mammy.

Scarlett lo que el viento se llevó
Inicio de Lo que el viento se llevó. || cornell1801.com

Sin dudarlo un instante, para salvar la tierra de Tara y asegurarse el dinero necesario para pagar los impuestos, se topa con Frank Kennedy, el pretendiente de Suellen, y le mete la mano en el bolsillo: “Oh it is cold. Would you mind to put my hand into your pocket?”

Pero mucho antes, Scarlett ya había soltado las redes sobre Charles Hamilton. Con él se casa y tiene un hijo al que bautiza como Wade, siguiendo la novela. Dispuesta a lograr el dinero necesario para la contribución de sus tierras, acude a Rhett Buttler, a quien engatusa.

Scarlett O’ Hara, heroína romántica

Rhett podría considerarse el donjuán de la historia, pero no es así en absoluto. Y Margaret Mitchell puso empeño en ello. El sarcástico personaje acaba irremediablemente prendado de la heroína romántica de Tara. Es ella la que acude a la cárcel forrada de terciopelo para tenderle una trampa a Rhett Buttler, que exclama un inocente “How good of you to come and see me!

Es ella la que lo rechaza, la que le condena al alcoholismo y es ella la que castiga a Rhett con su cruel indiferencia y su materialismo. Es Scarlett la que engaña al hombre que solo gana enemigos cada vez que abre la boca:

“Scarlett: In a minute I shall cry.

Rhett: Could it be possible? That you have grown a woman’s heart. A real woman’s heart.”

Scarlett lo que el viento se llevó
Scarlett con Rhett probándole la moda de París || theweeklings.com

Pero Scarlett es romántica. Tanto como Werther. Aunque más lista. Scarlett no solo es rebelde, lo que califica a cualquier héroe que se precie de ser romántico, sino que es también idealista. En su mente se evade constantemente buscando un objetivo que jamás obtendrá: la rubia cabeza de Ashley Wilkes, como una especie de Salomé y san Juan. La cruda realidad la impulsa a soñar sin límites, rasgo romántico en extremo.

Scarlett O’Hara y la muerte

Scarlett no opta por el suicidio, “el acto más romántico de la vida de un artista” según Durrell. Va incluso más allá en su apego a la tierra. Y es que rechaza el luto dramático que la sociedad le impone y opta por preferir ser una marginada en vida que “a dead in life”, como le espeta Rhett al verla enlutada.

Al igual que Don Juan Tenorio se burla de los convidados de piedra, esas estatuas de don Gonzalo y demás víctimas de su gallardía y vida escandalosa, Scarlett escapa de la muerte y baila vestida de viuda en una fiesta de sociedad. Esto es lo que la condena ante la ojiplática expresión de sus contemporáneos.

Scarlett lo que el viento se llevó
Vivien Leigh como Scarlett O’Hara || writingintothelight.files.wordpress.com

Si don Juan busca el placer y la diversión hasta casi el final de su vida, Scarlett es un personaje redondo que experimenta un cambio. De ella admiran su courage and stuborness y es ella la que, sumando a sus conquistas, asesina a un soldado harapiento y afirma que volvería a hacerlo. En ella ya no queda apenas nada de los vestidos con volantes y la frivolidad de almuerzos al aire libre.

Se le atribuyen rasgos varoniles a lo largo de la obra, especialmente localizables en la novela. Continuamente se compara a Scarlett con su padre, nunca con su madre. Su valor y osadía la elevan a “cabeza de familia”, desplazando a los demás varones de la casa. Poco a poco incorpora a sus expresiones suma otras más soeces y no duda en lanzar frases de contenido vulgar, para la conservadora mente de la época.

La reivindicación de Scarlett como heroína, como mujer y varón, como musa y como héroe queda patente. En Scarlett, en la ceja levantada de Vivien, en los dimples, Margaret Mitchell diseñó una poderosa versión del mito de donjuán.