Noah Baumbach, la voz de la generación hipster

Hijo de escritores y críticos cinematográficos, era normal que Noah Baumbach (Brooklyn, 1969) acabara interesándose por el mundo del cine. Con nueve películas a sus espaldas, este director y guionista se ha ganado un hueco entre cierta cinefilia construyendo una filmografía estética y temáticamente bastante coherente.

Noah Baumbach
Noah Baumbach, Chris Eigeman, Josh Hamilton y Carlos Jacott, director y actores de «Kicking and Screaming» (1995)

Escritor antes que director, comienza a idear algunos guiones ya en la universidad. Sirviéndose de una videocámara y varias videograbadoras empieza a grabar y editar sus propias películas caseras para enseñárselas a sus amigos. Precisamente con uno de ellos, Oliver Berkman, escribe el guión de lo que sería su primera película “Kicking and screaming (1995)”.

El cine de Baumbach es un cine de desubicación, de dudas más que de certezas, de carencias, de perplejidad ante una sociedad que se muestra inaprehensible para los que intentan vivir en ella. Ya desde su primera película se dejan marcadas esas pautas estilísticas que se irán repitiendo a lo largo de su carrera.

Siguiendo el consejo de los manuales de guión sobre escribir acerca de lo que se conoce, Baumbach está desarrollando una filmografía que se puede leer en términos biográficos. De este modo, por sus películas aparecen personajes, preocupaciones e intereses pertenecientes a esa intelectualidad de clase media-alta a la que él pertenece.

Tras una primera etapa marcada por su debut y dos fallidas comedias (“Mr. Jealousy ” y “Highball” ambas de 1997) en las que va puliendo su estilo, cruza su camino con Wes Anderson. Co-escribe el guión de “Life Aquatic with Steve Zissou” en 2004 y, tras ocho años sin rodar, hace su cuarta película, la más personal y autobiográfica y la que lo lanzará al reconocimiento crítico.

Noah-Baumbach-1
«The squid and the whale» (2005)

“The squid and the whale”, ridículamente titulada en España “Una historia de Brooklyn”, retrata la separación de una pareja de escritores y su efecto en la vida de sus hijos. Trasunto de la juventud del autor marcada por el divorcio de sus padres, esta película marca el inicio de la madurez de Baumbach como cineasta.

Con una cámara cercana a los personajes y una abundancia de planos medios y cortos, el de Brooklyn marca un tono realista y de cotidianeidad a través de situaciones y diálogos íntimos entre sus personajes. Baumbach no está preocupado por el exterior o el contexto en el que se desarrollan sus historias, sino que mete la cámara en las casas de las familias que retrata o la usa para inmiscuirse en los sentimientos que desprenden sus retratados. Ya sea en ese grupo de amigos post-universitarios, en esa familia que se rompe y que saca a relucir sus miserias -“The squid and the whale” y “Margot at the wedding” (2007)- o en esos ¿adultos? inseguros y perdidos de sus últimas películas -“Greenberg” (2010), “Frances Ha” (2012) y “While we’re young” (2014)-.

Si bien no es Baumbach un director muy visual, maneja con pericia los diálogos y el retrato de personajes, dotando siempre de un tono cómico a sus obras con un estilo a mitad de camino entre Woody Allen y Lena Dunham. Así, a veces nos encontramos a personajes casi odiosos, rozando el ridículo y capaces de exasperar al espectador –como ese padre pedante e inútil de “The squid and the whale”, la madre egoísta y neurótica de “Margot at the wedding”, el depresivo, anonadado e insulso Greenberg o esa inmadura crónica, ilusa y atontada de “Frances Ha”-. A pesar de ello, Baumbach consigue siempre dotarlos de una dignidad y un aura entrañables, logra que el espectador pueda verse reflejado en su necesidad de cariño, en su búsqueda del amor, de la aceptación o simplemente del poder ser.

Apreciado en los circuitos independientes, últimamente inspirado por esa especie de musa de la modernez en la que se ha convertido Greta Gerwig (es su actual pareja), quizá su cine está llegando a ser el retrato de esa generación perdida (¿otra más?) de privilegiados con angustia, desilusionados con posibles, incapaces de asimilar que han crecido y que la vida no es lo que ellos esperaban. En este punto, habría que preguntarse si es Baumbach un cineasta incapaz de interesar más que a esos treintañeros acostumbrados al sentimiento de diseño, la industria de lo efímero y la dictadura de lo imperdurable. ¿Hay algo de verdad en sus planos? ¿Es insustancial? ¿Es su cine repetitivo? ¿Se ha convertido en la voz de la generación hipster?