Invernadero: Puro Pinter sobre un escenario

El siguiente artículo tiene partes de contenido que podrían considerarse spoiler. Si tiene intención de ver la obra, por favor no siga leyendo.

El pasado sábado 2 de abril el grupo Teatro del Invernadero viajó a Melilla, después de haber pasado por ciudades como Madrid, Barcelona o Sevilla, para representar Invernadero (The Hothouse), la adaptación a mano de Mario Gas y Eduardo Mendoza de la obra homónima de Harold Pinter estrenada por primera vez en el Teatro de la Abadía de Madrid. Una obra poco usual, que se sale de lo accesible para adentrarse en terrenos no comerciales pero no por ello menos interesantes.

Se podría clasificar como una comedia, pero una comedia negra, ácida y no accesible superficialmente. Profunda, deja poso, bascula además constantemente y en intervalos de tiempo infinitesimales entre la comedia, el drama, el absurdo y el terror.

Invernadero
El constante cambio de registro hace que no se tenga la certeza de lo que ocurrirá a continuación || Fuente: lookingfordrama.com

La obra es una adaptación bastante fidedigna de la escrita por el escritor inglés y premio Nobel Harold Pinter en 1958, que sin embargo no se publicó hasta 1980 por decisión del autor, año en el que quiso dirigirla personalmente e interpretando además posteriormente a Roote, uno de los personajes principales, en 1995.

El reparto está compuesto por artistas de gran nivel. Roote (Gonzalo de Castro) es el director, un pomposo excoronel, bipolar en ocasiones y dado al alcohol. Gibbs (Tristán Ulloa) es el típico lameculos, armado con su permanente sonrisa, su «sí, señor» y su cuchillo debajo del abrigo. Lush (Jorge Usón), empleado del centro y que representa el cinismo dentro de ella. La Srta. Cutts (Isabelle Stoffel), el punto femenino e intento de femme fatalle y Lamb (Carlos Martos), un resignado empleado que se deja ningunear y humillar con tal de ascender dentro del entramado, con fatídico desenlace. Con menos presencia en el escenario están Tubb (Javivi Gil) y Loob (Ricardo Moya).

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Una forma de interpretar el argumento es como una historia de traición y ansias de poder || kedin.es

Invernadero: un espacio desconocido

El argumento transcurre en una institución cuya naturaleza exacta no es revelada, sino que queda sujeta a interpretación por parte del público. En alguna ocasión es referida como «casa de receso» o «casa de reposo», sin embargo estas vagas pistas poco aportan al conjunto, posicionando al grueso del público del lado de la idea de «sanatorio». Esta institución está dividida en tres clases, grosso modo: los oficiales, los subalternos y los pacientes. A estos últimos se les ha arrebatado el nombre. Su identidad ha quedado reducida a un número, perdiendo así toda la condición humana a pesar de que en ocasiones se refieren a ellos como «residentes», crítica a la sociedad por otro lado recurrente, utilizada a menudo en novelas distópicas por ejemplo.

Los oficiales, dirigentes del centro, evolucionan durante la obra dejando entrever su verdadera naturaleza y haciendo al público consciente de que en realidad los máximos responsables son los que peor están, psíquicamente hablando. Los puntuales gags introducen el punto divertido en la obra y quitan hierro a unas ideas que, pensadas en frío, pueden ser terroríficas, como los experimentos clandestinos y la posterior ocultación de hechos deplorables que pueden suceder en algunas de estas instituciones.

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A medida que avanza la historia los personajes se van descubriendo || hoyesarte.com

Una cáscara de amabilidad y buenas intenciones rodea el centro que, sin embargo, no puede ser más diferente en su interior. Memorable es el cínico monólogo que mantiene Jorge Usón donde cuenta cómo engaña a una madre que va a ver a su hijo, ocultándole que en realidad ha muerto e inventándose actividades que el centro nunca hizo, en clave de humor. Crítica clara a la burocracia, el papeleo y las palabras bonitas que se utilizan para maquillar sucesos según lo conveniente.

Se suceden las escenas hasta llegar a un golpe de estado, una suerte de asalto al poder que toma partícipe al pueblo trastocando todo el orden establecido para después volver al estado inicial. Carlos Martos indicaba «Que haya una muerte y un nacimiento en Navidad no es casual. Además, todo el argumento culmina en una conspiración contra el poder a manos de alguien del mismo, que usa a la masa a su voluntad para tomar el control y después devolverlos como si no pasara nada, como si todo siguiese igual».

La escenografía se resuelve con una plataforma dividida en dos mitades, el despacho y la sala de ocio. No hace falta más. Puntualmente se transforma esta última, pero la elección de esta sencilla solución hace que no se preste atención a los detalles que no son necesarios, focalizando así todo el interés en el argumento y las interpretaciones.

Reparto principal de la obra || teatroabadia.com
Reparto principal de la obra || teatroabadia.com

Mario Gas plantea Invernadero como si de un espacio cerrado se tratase, único y aislado, con sus propias reglas, comportamientos y justificaciones. Isabelle Stoffel apuntaba que «La representación de Invernadero en Melilla suponía una dificultad añadida, dada la idiosincrasia del lugar. Para nosotros, Invernadero es un espacio propio, acotado, como así lo es la impresión de la ciudad para el resto de los españoles».