Paco Gómez nos recibe en las oficinas del colectivo Nophoto que fundó en 2005 junto algunos de los fotógrafos más prometedores del panorama nacional. Tiene cuerpo de jugador de baloncesto a pesar de declararse inútil para los deportes. Su mirada seria y su barba tupida esconden a un tipo irónico y simpático que se define como fotógrafo, porque es el ámbito en el que más seguro se siente. También ejerce de escritor y diseñador de exposiciones. Compara al fotógrafo actual con una navaja suiza: “tenemos que saber hacer de todo: video, llevarnos los papeles… no es como antes que la gente se especializaba”.
Entrevista a Paco Gómez

Acabas de publicar tu segunda novela Proyecto K, tras el éxito de Los Modlin en 2013.
Era imposible de prever, me superó. Que un libro autoeditado haya conseguido vender 4000 ejemplares a mano, con venta de unidades por internet, con los mecenas del crowdfunding y con una nueva edición de bolsillo que también se está vendiendo es un éxito que te pasa una vez en la vida. Pero no lo fue por mi capacidad para escribir sino más bien por la historia que contiene, que es espectacular. La gente me sigue escribiendo, supongo que es algo que les pasa a los escritores reconocidos, pero no me lo esperaba.
La historia es tan misteriosa que llegó a salir en Cuarto Milenio, el programa televisivo de Iker Jiménez.
Creé la web de Los Modlin a raíz de eso. Todavía cada vez que reponen el programa noto un repunte de visitas en la web. Hizo que el libro llegara a un sector que tiene un tipo de interés especial por esos temas. La televisión es un altavoz, aunque considero que funcionó mejor la campaña en las redes sociales e internet, que va dirigida a otro público. Proyecto K va mucho más lento, a pesar de que la red de distribución ya estaba creada y ha sido más rápida. Es una novela a largo plazo. Este libro no va dirigido al mismo tipo de gente, es una novela más difícil, menos de masas. Manuel Vilariño me decía: “¿no has pensado que si has tenido tanto éxito algo has hecho mal?”
Con las editoriales las novelas entran en el circuito y desaparecen al poco tiempo. Yo me lo tomo más como un trabajo de pico y pala que llevará su tiempo. La tirada de Proyecto K fue menor, sabiendo eso ya de antemano. Proyecto k es más maduro, la historia está mucho más armada. Engarza la trama literaria y la trama fotográfica. Mezcla realidad y ficción. Está inspirada en hechos reales y cuando piensas que algo de la trama es mentira, al rato te das cuenta de que es verdad porque te dan pruebas que así lo muestran.
Proyecto K nació hace muchos años en formato fotografía. En el año 2002 Paco Gómez recibió el Premio Revelación de Photoespaña, lo que implicaba hacer una exposición en el festival del curso siguiente con un proyecto nuevo. En ese momento le surgió un viaje a Etiopia con el actual Premio Nacional de Fotografía, Castro Prieto. Gómez escogió como compañero de viaje un ejemplar de El Proceso, de Kafka. El libro incluía una pequeña biografía del autor donde contaba cómo Kafka le dijo, entre los dolores preámbulos a la muerte, a su amigo el doctor Robert Klopstock, que llevaba tres años tratándole en el sanatorio, “máteme usted, si no, será usted un asesino”. Esa frase le impresionó y tuvo la visión de un hombre que ya había renegado de la literatura. Imaginó entonces, leyendo por la noche en una tienda de campaña, que también había renegado de la fotografía, con la que tuvo mucho contacto durante su vida. También imaginó que en sus últimos días había sido sometido a un proceso de captación de sueños, la trama central de la novela. Entonces ideó una serie fotográfica con las imágenes que le pasaban a Kafka por la cabeza cuando escribía sus novelas. Ese mismo año comenzó en Praga la investigación para Proyecto K sin la menor idea de que con los años, esa serie creada para Photoespaña crecería hasta convertirse en un libro. Curiosamente la próxima novela del autor, que cerrará esta trilogía, será Republica No-Photos, la serie premiada en el festival, la primera en nacer y la última en hacerse novela.
Me he dado cuenta de que mis historias tienen mucho más de literatura que de fotografía. Ahora tengo más habilidad y he perdido el miedo a escribir. Estoy retomando temas que vienen de atrás en el tiempo. Ahora voy a viajar a China buscando una historia que viene también de una serie fotográfica, El diario Polar de Anibal Hanko. También es una historia de viaje y aventuras, rollo Julio Verne, pero todo relacionado con la fotografía. El de Republica No-Photos hablará también de sociedades que tienen al mundo de la imagen como el que controla todo el poder. Me siento un pionero en el género fotográfico literario. Simplemente estoy haciendo una cosa que antes no se hacía.

Esta mezcla de literatura y fotografía es muy palpable en uno de los episodios de Proyecto K (Gómez describe a un grupo de soldados que, antes de viajar al frente durante la Primera Guerra Mundial, hacen cola a las puertas de un estudio fotográfico).
Eran chicos de diecisiete y dieciocho años que se hacían fotos para mandárselas a sus novias y que a lo mejor nunca llegarían a su destino y acabarían perdidas en el barro de las trincheras. Siempre he tenido interés en la literatura aunque no pensé ser escritor. De hecho no me gustaría ser escritor, solo que la fotografía se me queda corta a la hora de contar historias. Necesito un apoyo a mis imágenes. No me veo haciendo un libro en el que solo hubiera texto. En El diario Polar de Anibal Hanko contaré el viaje a una ciudad abandonada en una sociedad futurista donde los expedicionarios deciden retomar los métodos de la fotografía analógica porque la fotografía digital que conocemos ahora se perdió por completo. La historia irá armada con párrafos a modo de pie de fotos que harán ver al espectador algo totalmente distinto a la fotografía que acompañan.
Para mí la palabra escritor, la gente que se denomina escritor, como los que se denominan artistas, tiene unas connotaciones negativas. Muchos que lo dicen son como yo (risas). Una cosa es que escribas libros y otra que seas escritor. Las imágenes en mis libros son tan importantes como el texto y no están menospreciadas. Hay detrás una buena edición y están impresas de una manera excelente. Están hechas por un fotógrafo y eso se nota.
Respecto a tu sorprendente parecido físico al personaje de la novela, el doctor Klopstock, dices que no es una casualidad.
El libro trabaja el concepto del doble. Kafka estaba obsesionado con que tenía un doble fantasmagórico que le ayudaba a entender esa parte ciclo-química que tenia de depresión, de trabajo frenético, de abandono de la literatura y de regreso obsesivo. Decía que cuando te encuentras con tu doble te sientes aniquilado. A mí me ha pasado. En un local de Malasaña entró un tipo idéntico a mí y mis colegas y los suyos se empezaron a reír de nuestro parecido. Para mí era una pesadilla tener una persona exactamente igual que yo, te quita el sentido de estar en el mundo. Es la justificación para meterme dentro de la historia.
Este juego me recuerda el trabajo de Fontcuberta.
Si, conocí Sputnik cuando este trabajo ya estaba iniciado. Me planteó que si vivimos en una sociedad con condiciones ideales, donde tenemos comida, espacio para vivir, no hay guerras… la población tiende a infinito. ¿Entonces las ideas son infinitas? Yo creo que son limitadas y tendremos que repartírnoslas entre todos. Es curioso como personas sin contacto acaban teniendo la misma idea. Incluso sociedades aisladas acaban construyendo pirámides o inventando la escalera o la rueda a la vez.

¿No es kafkiano intentar entrar en la cabeza de Kafka?
La frase final del libro dice: “quién se atreve con Kafka tienen que contar con fracasar”. No aspiro a eso. La idea que tenemos de lo kafkiano seguramente no coincida con lo que pasaba por la cabeza de Kafka, es la interpretación que otros han hecho. Yo no me atrevería a intentar entrar en su cabeza. Yo me he montado una película leyendo a Kafka, una interpretación personal. Me interesa el rechazo que produce la portada con la figura de Kafka porque hay gente a la que le parece un escritor farragoso, difícil de entender, o que piensa que está sobrevalorado. El reto es que abran el libro y eso es difícil de conseguir. Si salvan ese primer paso se van a encontrar sorpresas.
Crowdfunding vs editorial.
No me interesa pertenecer a una editorial. La experiencia de estos dos libros con crowdfunding ha sido cien veces mejor de lo que habría sido con una editorial. La editorial está bien para el que quiera ser escritor. Yo quiero llegar a un mundo limitado, si pasa de ahí será por mis propios medios. Entiendo que existan, y que hay, escritores que tienen que dedicarse a escribir. El tiempo que te lleva la autoedición y la distribución es gigante. Ellos necesitan el apoyo de una editorial, yo no lo necesito, no paso todo el tiempo escribiendo.
Por otro lado los beneficios que te deja cada ejemplar cuando auto editas son mucho mayores y te permite participar en todo el proceso. El libro de Los Modlin lo ha comprado Planeta en Argentina y yo no he vivido nada de la vida de ese libro en Argentina. Fue puesto por montañas en todas las librerías y se han vendido por ahora 190 ejemplares en seis meses, aquí vendí por mis medios 4000. No me interesa. Los intermediarios cambian, ahora son Community manager. Los que autoeditamos somos una minoría, ni siquiera estamos dentro de la industria, compartimos espacios en muchas librerías pero estamos en otro mundo. Pero parece que ahora las editoriales empiezan a fijarse en estas cosas.
¿Qué es el libro viajero?
Es el bookcrossing tradicional (el propio autor, Paco Gómez en este caso, va dejando libros abandonados por la ciudad con una serie de casillas que serán rellenadas por los posibles lectores que se irán pasando el libro). Es una forma de publicidad con coste mínimo. Lo inicié porque tengo 2000 libros de Proyecto K que hay que sacar adelante. El hecho de que tú me preguntes por esto es ya un éxito, es porque te ha llegado.
Los dejo en lugares que sean especiales, como el último, que lo he dejado en el portal de la casa donde nació Miguel Mihura. La idea es que el libro vuelva tras seis lecturas y te cuente un poco su vida en ese viaje, que la gente cuando lo reciba mande fotografías a la red que sirvan para saber dónde está ese libro. Hasta ahora no tengo noticias de ninguno de ellos. Se parece más a la botella de un náufrago que lanza su mensaje al mundo: “¿estáis ahí?”.

¿Si capturan tus sueños, qué nos encontraríamos dentro de cien años al revelar esa fotografía?
No serían en movimiento, serían fotogramas. Hoy he soñado algo que podría fotografiar ahora mismo, incluso con el punto de vista concreto. Es lo que me alucina de Kafka, que parece que estás viendo, por algo que cuenta, el punto de vista en el que está tomado, incluso el color. Nadie que se imagine un sueño de Kafka lo va a hacer en color. Todo el que ha representado de alguna manera el imaginario de Kafka lo ha hecho en blanco y negro, quizá por la época. No nos extraña ver una película de romanos en color, pero nos extrañaría no ver una de los años veinte en blanco y negro, hay algo en nuestro cerebro que asocia esos años con el blanco y negro.
¿Eres consciente de que si eso ocurre ya no van a llamar a un fotógrafo para revelar esas imágenes?
Creo que se va a volver al soporte físico. Las películas se están volviendo a guardar en celuloide, es un sistema más estable, solo lo mata un incendio. Parte de la historia del mundo se está ya perdiendo por los archivos digitales, solo hay que comparar los archivos familiares de hace veinte años y los de ahora. Supuestamente tenemos cien veces más, pero tenemos cien veces menos. ¿Quién va a encontrar dentro de cien años las fotos que hacemos ahora con el móvil? En cambio si te vas al rastro el domingo puedes encontrar fácilmente fotos que se tomaron hace cien años.
¿Cuánto tiempo dedicaste a documentarte para este libro?
Para hacer un libro así hay que sobreinformarse a muerte. He estado visitando los lugares donde estaban los estudios fotográficos que aparecen en la novela, de incógnito, sin dar pistas, para evitar que me tomaran por loco. De pronto me he convertido en coleccionista de fotos tomadas en los estudios fotográficos que había en Praga en esa época. Empecé con la idea a principios de 2015 y en marzo ya visité Praga. En verano estaba terminado el libro. Desde que tengo niños creo que aprovecho mucho más el tiempo.
