David Gistau: «¡Yo no voto, que se joda la democracia!»

Tiene razón cuando dice que tenía que haber jugado al rugby y que es un tío grande. Esta fue mi primera impresión cuando le vi aparecer. Aún así, cuando de verdad se agiganta este monstruo del periodismo es en el “cara a cara”. David Gistau, la barba de la sabiduría.

entrevista David Gistau
Fotografía: María Eugenia Martín Herguedas

Entrevista David Gistau

Mi primer recuerdo tuyo es con doce o trece años, ibas como colaborador a un programa en Telemadrid.

¿Cual era… mmmm el de Garci?

Sí, el de Garci, el programa se llamaba Cine en Blanco y Negro. Concretamente la película era El Tercer Hombre de Carol Reed. ¿Hemos perdido el gusto por el blanco y negro?

No es un cine mayoritario pero todavía tiene un gran prestigio, los cinéfilos lo siguen viendo y las propias películas te siguen ofreciendo cosas que no ofrecen las películas contemporáneas como actores que puedas echar de menos o cierta escritura cinematográfica.

¿Las series se están haciendo con el espectro juvenil?

Tu generación es la de las series de la HBO, en ese sentido puede dar más pereza acceder a otra cosa, pero hay canales temáticos de cine clásico, es fácil comprar películas clásicas baratísimas, en los vips por ejemplo, a poco que tengas un mínimo de curiosidad. Otra cosa es que tengas una formación cultural en la que el mero hecho de la textura de una película antigua te produzca rechazo, pues bueno, tú te lo pierdes.

¿Sigues series? ¿Eres constante?

Las series me las grabo y soy muy de series, desde que soy padre y tengo una vida mucho más doméstica las series son imprescindibles para mí.

¿Les introduces a tus hijos?

Mis hijos son demasiado pequeños como para introducirles nada, como mucho fútbol (risas). Yo creo que por experiencia propia las aficiones de uno mismo son las que ves en casa, yo soy muy parecido en gustos a mi padre. En ese sentido mis hijos lo tendrán que mamar ya que en mi casa hay libros, hay películas, hay series. Mis hijos crecerán entre libros, luego otra cosa es que les guste o no, pero ahí estarán.

¿Cómo influye tu ascendencia francesa?

Completamente, yo soy francés. Estudié en colegios franceses, yo no soy español de formación, soy francés. He vivido siempre en España pero toda mi influencia es francesa.

Supongo que hablas francés como lengua materna

Sí, sí, ahora lo tengo más oxidado pero he estudiado toda mi vida en colegios franceses, mi visión del mundo es la que me ha inoculado Francia. Mi colegio era como entrar en Francia, no era un colegio donde españoles aprendieran francés, era un colegio de franceses y en el momento en que pasabas la puerta estabas en Francia. A parte de esto, mis viajes a Francia, mi familia francesa, veraneos… Francia es determinante en mi forma de ser, de hecho mi visión de la política y de la vida es francesa.

Intenta explicarme el jacobinismo.

Sobre todo y por encima de todo lo que me da Francia (y eso es lo que me lleva a tu pregunta) es el sentido del concepto de república, completamente distinto al español.

Eres republicano.

Yo soy republicano pero a la francesa, no a la española. En España la república es un concepto ideológico, en España el concepto que nos llega de república es el de la guerra civil y se asocia necesariamente a la extrema izquierda o a la izquierda y a las milicias. Esto no es así, la república no es un concepto ideológico, es un sistema. Cuando hablo de república me refiero a la república gaullista, con un sistema presidencialista y con alternancia de partidos tanto de derechas como de izquierdas y con permiso de existencia para todos ellos. El jefe del Estado es elegido en las urnas y no es un sistema hereditario basado en la sangre y el apellido. Cuando digo que soy republicano me refiero a eso, en España no se puede ser republicano. Prefiero la monarquía parlamentaria que tenemos a una república sectaria basada en el rencor de la guerra civil, pero mi lado francés es totalmente republicano.

Entrevista David Gistau
Fotografía: María Eugenia Martín Herguedas

Y es ahí donde entra la relación con el jacobinismo.

El jacobinismo es el partido de la montaña, tiene un concepto que en España es muy difícil de entender y es el centralismo, centralizar el país, el jacobinismo no dispersa el país en federalismos o comunidades. El concepto de izquierda y derecha nace en la asamblea francesa después de la revolución, el partido de la montaña (jacobinos) se sentaba a la izquierda y el girondino, que sería como la derecha en el concepto de revolución, se sentaba a la derecha. El jacobinismo tiene una derivación terrible, en principio está dividido en clubs de los que surgen los Marat, Robespierre etc… son en estos clubs donde nace ideológicamente la revolución. El jacobinismo, que insisto es centralista, tiene un inconveniente gravísimo y es que deriva en terror, es decir, en la guillotina, en el terror de Robespierre y, es en ese sentido, cuando la revolución se consume en sí misma, por el terrible baño de sangre que se produce entre 1793 y 1794 y que impulsa el propio jacobinismo, es el momento en que muere la revolución.

El jacobinismo es la utopía perfecta para España.

No, si no digo que haya que traerlo a España ni siquiera a Francia. El jacobinismo es una pieza histórica. Francia es un pulpo donde la cabeza es París y los tentáculos son las provincias, es un país totalmente centralizado, con un gran estatalismo y esa es la parte que menos me gusta de Francia, el Estado pesa muchísimo, pero continúan con su aversión por la monarquía. Afortunadamente ya no hay una añoranza de la guillotina pero el espíritu sigue siendo muy parecido ahora renovado con los atentados en París. No creo que sea extrapolable a España. España necesita federalizarse repartiendo bien el peso de las comunidades, un jacobinismo, entendido como un país centralizado, es impensable y sería un fracaso. En Cataluña, en la época de Zapatero y del famoso estatut cuando el tripartito discutía en términos de nacionalismo la frase que usaba para afear a sus oponentes era: «sois unos jacobinos», jacobino entendido como proyecto político de centralizar el país.

Entonces, ¿crees necesario un Estado federal para España?

No se pueden ceder más competencias, se ha transferido todo, la educación, la sanidad, parte de la recaudación de impuestos, la seguridad… ¿Qué más queda?

Y nos encontramos en que hay cierta desigualdad entre ellas.

No todas tienen la misma necesidad de singularidad. Hay comunidades con policía propia y no todas tienen la necesidad de crear su propia policía. Pero sí todas tienen transferidas las competencias más importantes. El siguiente paso es otro modelo de Estado y esa es la confederación, se trata de naciones independientes que se ponen de acuerdo para vivir juntas en un proyecto en el que cada una conserva su propia singularidad de nación, este es el paso al que quiere ir el nacionalismo catalán y yo no quiero eso. Cuando el PSOE dice que el siguiente paso es el Estado federal siempre pienso: «¿y en que se diferencia de lo que tenemos?», otra cosa es que tengas el concepto de federalismo asimétrico en el que ciertas comunidades o regiones tengan más derecho a singularidad que otras. Aunque, ¿por qué el catalán tiene que tener más derechos que el extremeño?

Un ejemplo de ello es el concierto económico de País Vasco y Navarra.

Es ahí donde sale el pragmatismo que decía. No puedes retirarlo ahora sin que nadie lo entienda como una agresión. España tiene un desequilibrio muy precario para ciertas cosas.

Siendo liberal puede llegar a entenderse ese Estado federal en el que los estados compitan entre ellos por la movilidad del ciudadano.

Pero como liberal también te puedes replantear que en España el Estado de las Autonomías lo que crea es una proliferación de más Estado y esto es antiliberal, ya que el ciudadano estaría sometido a dos administraciones, la de la comunidad y la del Estado. Desde el punto de vista liberal el Estado de las Autonomías no es una solución muy adecuada.

Me refería a avanzar a un modelo de corte americano.

Pero, de verdad, lo que tenemos no es tan distinto. De hecho, los Estados Unidos aun siendo una nación federal están mucho más cohesionados que España.

También se crean sobre otras bases.

Sí, y gana el norte la guerra de secesión y sientan sus bases culturales. En Estados Unidos, y mira que es un territorio grande, hay menos disfunción en ciertos sentidos de ley o patria que en España. Aquí, teniendo un proyecto mucho más reducido, es imposible.

¿Cómo ves las elecciones que nos acechan?

Con interés porque van a ser unas elecciones distintas de lo que hemos tenido hasta ahora.

No paro de oír la palabra cambio y creo que, de nuevo, nada de eso vamos a tener.

A mí me parece interesante, estoy de acuerdo contigo en que no haya ningún partido que vaya a traer una regeneración del sistema. Pero digo que es interesante porque políticamente va a haber un equilibrio de fuerzas nuevo.

Las todopoderosas encuestan dicen que gana el PP.

Creo que gana el PP pero la pregunta no es quién ganará, la pregunta es si ganará con margen suficiente como para crear gobierno para poder investir a su candidato

¿A quién vota Gistau?

No voto nunca, no por nada, porque no tengo espíritu militante ni soy de ningún partido.

Algunos te acusarán de poca empatía con la democracia.

Pues que se joda la democracia, que se apañen sin mí (risas). Lo que si me parece muy interesante es la vida parlamentaria de la próxima legislatura. Hay líderes que están agitando mucho la vida política estando fuera del parlamento y ahora van a estar dentro, va a ser un parlamento muy fragmentado.

Entrevista David Gistau
Fotografía: María Eugenia Martín Herguedas

¿Con Pablo Iglesias en el congreso tendremos ciertas reminiscencias de Indalecio Prieto o Largo Caballero?

Hombre claro, es marxista leninista y está en la misma tradición, es más de Largo Caballero que de Indalecio. En este sentido es un personaje ya repetido en la historia española, hasta las cosas que dice, apenas cambia la retórica pero es al personaje que más se puede parecer.

¿Cómo se define políticamente David Gistau?

No lo sé. Si lo que me estás preguntando es si me siento identificado por completo con un partido político, la respuesta es NO.

Me refiero a ideología.

Creo en cosas de la derecha como una sociedad liberal, la libertad de mercado un sentido de pertenencia con tu propio país, pero en lo moral y asuntos sociales tengo cosas de hasta socialdemócrata porque creo en una sociedad laica, en el matrimonio homosexual, es decir, cosas que la derecha ha tenido muchos problemas en digerir. El problema puede ser de izquierda o derecha, porque al liberal que se le asemeja a la derecha está de acuerdo con el matrimonio homosexual o con una sociedad laica. A lo mejor me encuentro más cercano a una derecha no conservadora, puede que ese sea mi espacio sociológico. Tengo un amigo que es muy de derechas y me dice que soy un progre de derechas, pues bueno, pues a lo mejor.

De todas formas, palabras como libertad o progresismo siempre han estado más en el espectro de la izquierda.

La palabra libertad no le gusta mucho a la izquierda, prefiere la palabra igualdad. La izquierda cree que la libertad sin regulación es una selva darwinista donde prevalece la ley del más fuerte, la izquierda cree en una igualdad orgánica y regulada por el Estado. Creo que la libertad es una palabra más de la derecha, la izquierda tiene miedo a la libertad.

Es una palabra tan contaminada…

Sí claro, pero la izquierda tiene como bandera la igualdad, no la libertad y a veces la libertad e igualdad son incompatibles. Cuando el Estado entra para regular la libertad y con ello evitar la desigualdad, la libertad acaba como tal condicionada por la influencia del Estado y deja de ser libertad para paliar la posible desigualdad. Si irrumpes en la libertad, esta ya no es tal pero has creado la prioridad de la igualdad. La libertad con todas sus consecuencias, que admite perdedores y ganadores y que impone un darwinismo social es de derechas.

Entiendo que se quieran quitar calles de generales franquista o políticos del franquismo, ¿pero escritores como Agustín de Foxá, Muñoz Seca o Ramiro de Maeztu?

Lo más aberrante de lo que está haciendo este ayuntamiento es que con la excusa de quitar calles franquistas están metiendo en esa lista a gente que no fue franquista, que fue de derechas pero no franquista. Lo que quieren es borrar a toda la gente que no sea de izquierdas. Calvo Sotelo murió antes de que Franco diera el golde Estado, ¡qué coño va a ser franquista!, Ramiro de Maeztu era monárquico no franquista. Para decidir quién merece perder su calle han decido que su vara de medir es la de las milicias, quine fue asesinado por las milicias era franquista. Es una forma de probar su muerte. ¿Por qué quieren quitar la calle a Muñoz Seca? Porque lo mataron los rojos y si lo mataron los rojos es que era facha, estuvo bien matado, y a mí es lo que me parece aberrante. Que quiten la calle a un general me da igual, pero a un escritor cuya única culpa fue pensar diferente a ellos, eso, no lo tolero porque además de difamarlos los estás matando otra vez. Calvo Sotelo es una personaje odiado por la izquierda porque fue precisamente la izquierda quien le asesinó y para justificar ese asesinato necesitan convertirlo en un monstruo, cuando simplemente era un político de derechas que tenía su escaño en el Parlamento de la República y no fue promotor de ninguna dictadura, ahora le quieren quitar la calle y es culpable… ¿Culpable de qué? ¿De haber sido asesinado?

Al parecer no tienes terminada la carrera de periodismo.

Es verdad.

¿Este país sufre de titulitis?

Mi circunstancia personal es que cuando estaba en la universidad empecé a trabajar en distintas revistas y el trabajo se fue volviendo cada vez más importante con contrataciones y demás. Fui delegando la carrera dije: «ya la acabaré» y aún no la he terminado. Yo tengo esa idea y sé que hay una gran polémica con ella, pero creo que el periodismo es un oficio, no se puede operar a corazón abierto a un ser humano sin entender de medicina pero sí se puede entrar en una redacción con mentalidad de oficio sin haber acabado la carrera de periodismo. Hay mucha gente que ha ejercido estupendamente el periodismo sin haberlo estudiado y habiendo aprendido con el propio desarrollo del oficio.

Carlos Herrera es médico, por ejemplo.

¿Y Umbral? ¿Umbral qué era? no estudió nada nunca y míralo. Tampoco quiero que los que hayan estudiado la carrera se sientan menospreciados, pero el periodismo hay que aprenderlo y se aprende en la redacción. De hecho sin faltar el respeto, cuando veo que viene una nueva hornada de recién licenciados al periódico creo que tienen que aprenderlo todo. Han teorizado el oficio pero hay un ritmo de redacción, un ritmo de diseccionar noticias que se aprende en la propia redacción. En ese sentido yo reclamo esa visión del oficio, pero el título no tiene por qué ser algo inútil.

Empiezas como reportero de viajes. He leído que siempre preferiste la camisa caqui y que la columna fue algo accidental.

Lo del columnismo llegó con La Razón, estuve en el equipo fundador y éramos tan poca gente… En un periódico que lleva muchos años las columnas ya están repartidas y ahí no tocas bola cuando eres joven. Pero este periódico se estaba haciendo y aún así mi ideal periodístico era el de ser reportero, yo quería ser reportero, quería viajar. En La Razón había tanta necesidad que me pidieron que escribiera un par de columnas y me fui quedando, me fui atrapando. Ahora con la edad que tengo me gusta hacerlas pero en ese momento yo me veía a mi mismo como un reportero.

¿Cómo fue la época de la revista de viajes?

Trabajaba en una revista de viajes pura y dura, es decir, El encanto de Viena y cosas así, yo he viajado muchísimo. Después de terminar la mili empecé allí y me pegué unos viajes cojonudos. No era una revista periodística de me voy a hacer El ébola, no, era más bien Diez hoteles en el Caribe, los viajes fueron memorables, periodísticamente no era lo más exigente del mundo pero me aportó mucho. He dado la vuelta al mundo gracias a esa revista y me ha quedado un legado de vida estupendo. Conocí los Estados unidos gracias a esa revista, luego he regresado mil veces, me recorrí el Caribe, estuve en África, Tanzania en concreto. Humanamente fue excitante viajar tanto.

Entrevista David Gistau
Fotografía: María Eugenia Martín Herguedas

Creía que lo más excitante había sido la guerra de Pakistán

Pues no, fue una experiencia muy frustrada y corta. Curiosamente me parece irrelevante entre otras cosas porque no trabajé bien, no me vi bien y estuve poco tiempo. No fue una experiencia importante en mi vida.

No te consideras, aunque por breve espacio de tiempo, corresponsal de guerra.

No, yo no he sido corresponsal de guerra. Tuve un par de experiencias muy tangenciales, pero nunca he sido corresponsal de guerra. Evidentemente cuando eres joven ese tipo de periodismo es el que mitificas.

Has estado en La Razón, en El Mundo y ahora ABC. ¿Es difícil la adaptación a la línea editorial?

No soy editorialista. No he cambiado, yo sigo escribiendo lo que me da la gana, quiero decir, que cada uno de ellos tiene su línea editorial marcada pero luego hay un margen de autonomía con los columnistas. Las columnas que yo publico con ABC las hubiese publicado con El Mundo y viceversa, no he tenido que adaptarme a una línea editorial diferente. No hay una sola columna de las que he publicado en ABC que no la hubiese escrito exactamente igual en El Mundo. El periódico a mi alrededor es diferente pero mi espacio es el mismo.

¿Te pasas por la redacción?

No, no voy. Vamos, voy muy poco, iba más a El Mundo porque los conocía y había más roce. Voy de vez en cuando, además hablo con el director o el jefe de opinión.

¿No lo echas de menos?

No, a mi edad ya no. De joven me lo pasé muy bien, por ejemplo, en La Razón me lo pasé muy bien porque teníamos todos veintisiete o veintiocho años y la gente que sigue allí con cuarenta entraron conmigo. Para vivir en una redacción fue la época más divertida de mi vida profesional. Era un periódico que se estaba haciendo y eso era emocionante, éramos todos muy jóvenes, salíamos mucho de copas, ligábamos, es decir, cosas que ya no hago hoy porque no tengo edad, estoy casado… (risas) pero ahora a mi en una redacción no se me ha perdido nada. Pero en La Razón la idea era divertirse, me divertí como en ningún otro sitio profesionalmente.

¿La columna es el último bastión de la libertad?

No, no, para nada. Empezando porque no todos los columnistas son libres, yo reclamo ese género que es del nuevo periodismo, del reportero que también interpreta, del reportero que es libre, ese es el género más bonito. Que por ejemplo te manden a París a los atentados y en vez de hacer un teletipo se haga una crónica donde quepa la interpretación.

Periodismo Gonzo a lo Thompson.

(Risas) Bueno es un poco más exagerado, me refiero al gran reportero que levanta un texto de interpretación, que no se limita a narrar los hechos. Esto es muy prosaico para alguien de tu edad, pero un periodista de cuarenta años que tiene dos hijos y que no los ve nunca porque cierra todos los días a la una de la mañana no puede ser una persona feliz. Si idealizas el periodismo diciendo vengo a vivir aventuras a lo mejor no lo entiendes, pero cuando es tu curro y tienes una familia que ver… ¿Cómo vas a ser feliz?, si sales todos los días a la una de la mañana y ganas una mierda.

¿La columna es literatura?

No debe serlo, o no debe serlo únicamente. La columna tiene que ser literatura en la forma, si eres capaz de transmitir literatura, pero creo que la columna por encima de todo tiene que ser periodismo.

¿Y el periodismo no puede ser literatura?

Sí claro, pero en la forma. Una columna tiene que ser la actualidad del periodismo, el instinto del reportero, el estilo y es aquí donde entra la literatura y la inteligencia para dar una perspectiva diferente, si esto coincide la columna será exitosa pero como el estilo se coma a todo lo demás o hagas literatura pirotécnica tu columna será una mierda. Yo necesito que haya una idea, también hay algunas costumbristas que no tiene porqué ser de actualidad y me gustan, pero si quiero literatura me compro un libro.

Tus columnas tienen olvidada la palabra resaca.

El ciclo de la vida… (Risas) Te vas dando cuenta, en la medida que tu vida personal se cuela en lo que escribes. Ahora se me cuelan los hijos. Si con cuarenta y cinco años que tengo siguiera haciendo columnas basadas en la resaca o en que estuve ayer de fiesta, me habría quedado un poquito atrás. Yo entiendo que los chicos de treinta que escriben ahora tengan en sus columnas la palabra resaca porque están en la calle o porque están borrachos. Pero a mí lo que se me cuela ahora son mis hijos y no los bares.

¿Cuál es el límite de la columna?, ¿todo vale?

Hay un límite que es la ley y hay un segundo límite que es la honradez y no siempre va parejo a la ley. El de la ley es un límite clarísimo y te lo impone un juez. El de la honradez lo decides tú, tu escrúpulo moral a la hora de difamar a alguien o de manipular una idea. Eso ya es una alusión propia del columnista, como escribir algo que no es verdad porque te hayan sobornado o por ayudar a alguien, pero esto ya forma parte del diálogo interno con tu propia honradez. Luego el límite de la ley, es un límite para todos. Yo no puedo escribir como dijo el otro día Monedero que Albert Rivera consume cocaína porque me lo impide la ley y mi honradez. También la columna es un ejercicio subjetivo, no siempre somos justos porque tenemos visiones propias y no siempre conseguimos ser justos.

¿Es necesario que el periodista se cree su propio personaje?

Creo que no hay que tener personaje, el tener personaje es un ejercicio literario no periodístico. Este es el daño que nos ha hecho Umbral que fue un gran personaje, pero los imitadores… Yo insisto en que soy periodista y no utilizo la columna como vehículo para mi propia gloria. El error de crear un personaje lo puedes cometer muy jovencito y si te gusta mucho Umbral, pero yo escribo sobre actualidad, sobre cosas que pasan, voy con mi blog, tomo notas, pregunto y hago una columna. No tengo nada pensado para glorificarme a mi mismo.

Conociste a Umbral.

Sí claro.

¿Era tan cascarrabias como aparentaba?

Conmigo no, con los amigos no lo era. Con los pesados sí lo era, pero con los amigos no. Fui muy amigo suyo, con mucha diferencia de edad, pero en una época suya en la que él ya no salía tanto, ya estaba mayor, un poco enfermo. Lo que yo no hice con Umbral es salir de copas, le iba a visitar a casa y comíamos por allí cerca. No conocí al Umbral dandy y nocherniego de los ’70 u ’80 que estaba todos los días por los bares de Madrid. Conocí a un Umbral mucho más tranquilo, yo le quería mucho. El acercamiento fue por el oficio, pero en seguida nos hicimos amigos personales y ese personaje literario del que hablábamos desapareció y hablábamos de lo que hablan los amigos tomando algo juntos. Me dio mucha pena su muerte porque perdí un amigo, no un columnista, con diferencia de edad, pero un amigo. Además, veo que ahora se ha convertido en un personaje como muy mítico, muy lejano, me preguntan mucho por él y me doy cuenta de que he tenido el privilegio de conocer a un grande y de que me considerase como amigo.

¿El periodista se tiene que hacer notar?

Si por hacerse notar te refieres a provocar o ser un enfant terrible, si tu trabajo tiene la calidad suficiente como para hacerse notar pues cojonudo. Pero si te haces notar a través de la provocación… no va con mi personalidad, eso es muy Sostres (risas).

Me sorprendió mucho Sostres, parece una persona diferente, pero cuando se pone delante del teclado sufre una mutación, al parecer…

Es un tipo encantador y cuando escribe de política, a veces, lo hace muy bien pero claro luego tiene eso desbarres que dices «¿qué dice este?», pero es un tío encantador.  Si a mi edad todavía necesito relevancia en el oficio diciendo burradas para llamar la atención… Un poco a lo Dragó, tiene ese perfil, tiene ochenta años y todavía sigue con el personaje de niño terrible (risas), «¡coño descansa ya un poco de eso!».

¿Cómo te meten en el «follón» de consultor sexual en GQ?

Me llamó Javier Angulo que era el director de GQ por aquel entonces, ahora lo dirige en México, yo ya había hecho algo parecido en la revista de viajes, hacía un horóscopo de humor y lo hacía con un pseudónimo con nombre de mujer. La idea se le ocurrió a él, me llamó y quería que hiciese una sección fija y dije que perfecto, pero qué podía ser. En una comida me dijo: «joder, ¿por qué no haces un consultorio sexual?», nos inventábamos las preguntas, siendo una pieza de humor.

Espero que nadie lo tomara en serio.

No hombre no, espero que nadie haya ido a resolver su vida sexual con mis textos (risas) pobrecito… habrá terminado muy mal (risas). Luego le añadimos unas ilustraciones y fue bonito, pero el problema de las secciones de este tipo es que cuando las haces durante un tiempo acabas harto. Le dije a Javier que me estaba repitiendo mucho y entonces lo dejé. Las secciones tienen un ciclo de vida y no se deben prolongar mucho.

La cultureta.

Es lo que más he perdido de Ondacero, lo que más echo de menos.

¿No te lo permitieron?

No puedes jugar la Liga con Madrid y la Champions con el Barça. Son programas que son competencia y emisoras que compiten en la misma franja horaria.

entrevista David Gistau
Fotografía: María Eugenia Martín Herguedas

El programa es muy bueno.

Sí hombre y lo seguirá siendo sin mí.

El otro día, cuando te fuiste, hubo mucho cachondeo.

Sí, (risas) me pilló Moretti. De todas formas, que me haya ido no quiere decir que hayan dejado de ser mis amigos, Jabois y Rubén son amigos y lo serán siempre. Somos gente veterana en el oficio y sabemos que hoy estás en un lugar y mañana puedes estar en otro. Todos cambiamos de medios y estamos en el mercado, lo único que voy a echar de menos de Ondacero es La Cultureta, porque al final la tertulia política es lo mismo, estar con Herrera, que es un amigo, pues no cambia nada.

¿Qué es ser cultureta?

Me imagino que la palabra acarrea un significado algo snob, alguien que se precia de consumir cultura y arte no popular. Lo asocio a alguien que rechaza la cultura popular con un punto de snobismo y que gusta de consumir cultura distinta. A mí me llaman cultureta porque me encanta ver cine americano subtitulado, a lo mejor debería estar viendo Aída, ya por eso soy cultureta al parecer, pero si tiene un cierto matiz snobista.

¿Prepotencia intelectual?

Claro. Una de las gracias del programa es que es completamente snob y por momentos pedante. Cuando uno decía «Estaba yo de repente leyendo a Schopenhauer en mi habitación» y claro todos nos descojonábamos. La palabra cultureta ha pillado tintes peyorativos. Yo personalmente consumo cultura indistintamente, no tengo un prejuicio por cosas masivas y me gustan descubrimientos, soy igual de feliz viendo algo que consume todo el mundo a un producto más exquisito.

Ahora, al parecer, tengo entendido que la literatura clásica es el clímax del cultureta. ¿La practicas? ¿Hasta cuando te remontas con cultura clásica?

Siglo XIX. Sí, además el siglo XIX es el gran siglo de la novela francesa, por razones obvias soy consumidor nato de… Stendhal o Zola o el que te dé la gana. Con esto volvemos a lo de siempre, que cada uno haga su propio mundo cultural. Hay gente que solo lee Premios Planetas y hay gente que va pasando por búsquedas y lecturas y llega a Homero u Ovidio. Lo que creo es que nadie se tiene que sentir obligado a nada, no se puede penalizar a alguien por ser «mal lector», si usted es feliz leyendo novelas negras pues adelante.

¿Incluso el que lee la biografía de «la Esteban»?

¡Que lean lo que les salgan de los cojones! Yo no soy quien para penalizar a nadie. Si usted es feliz con la biografía de «la Esteban» no se sienta obligado ni culpable sea usted feliz. Prefiero esa honradez al tipo que me dice: «¡Uy como he disfrutado del Rojo y Negro!» sin haberlo leído en la puta vida. Esa impostura es la que rechazo.

¿Qué lees ahora mismo?

Pues… ahora mismo la biografía de Tyson, (risas) es un librazo.

¿Culturalmente también? (risas).

Volvemos a lo de antes, no todo lo que pase por tus manos tiene que ser algo trascendental de la cultura mundial. con la biografía de Tyson estoy disfrutando un montón, más, que con Joyce.

¿Da para mucho?

Están haciendo una película basada en el libro y es muy bueno. De todas formas el que me he leído antes de Tyson, fue la antología de pensamientos de Montaigne. Hay momentos para todo y no hay que estar en la impostura de sentir que estás traicionando una apariencia cultureta por el hecho de leer a Tyson.

Ringo Starr dijo que no era mod ni rocker, que era mocker.

Menudos movimientos urbanos tan opuestos los mods y rockers… Curiosamente si nos atenemos solamente a la música yo sería más rocker que mod, pero si nos atenemos a otro tipo de cosas como la ropa, yo sería más mod que rocker. De jovencillo era muy mod, muy scooterista, iba con mi parka y mi Fred Perry. El concepto de elegancia mod me gusta mucho, pero en cambio mis gustos musicales son más rocker. Esto no quiere decir que no escuche mod que si lo hago, escucho a los Who o a los Small Faces entre otros. También me gusta el pop, escucho a David Bowie, bueno el beat pop de los 60 o ahora Oasis.

Oasis es postmod.

Sí, Oasis tiene un rollo mod absoluto, creo que el beat pop tiene mucho de mod. Del mod descienden muchos de los movimientos musicales actuales y hasta en el baile que se inició con el Northern Soul.El Northern Soul es una vertiente del mod también. De rock me gusta (Me empieza a enumerar una serie de grupos y me los enseña en el Ipod). Mira, mira, ADCD, Aerosmith, Calamaro, Artic monkeys, Aretha Franklin, tengo una canción de Avril Lavigne, los Besties Boys, evidentemente los Beatles, Billy Holiday, hay un poco de todo… Calle 13, tengo jazz, la Creedence, The Cure, Frank Sinatra, George Thorogood que es un rockero de estos americanos, Zz Top, Iron Maiden, tengo un poema de Gil de Biedma, Jimi Hendrix, Johnny Cash que me entusiasma, Johnny Winter era el «Bluesman» albino, Leño, Lou Reed, Lynyrd Skynyrd me encanta, ¡Mira, Madness! que era Ska más tardío, tengo Mika, Motorhead me gusta mucho, Obus, Nirvana, Paco de Lucía, The Offspring…

Cambio radical de Paco de Lucía a los Offspring.

Por eso te digo, hay un poco de todo. De Los Ramones tengo mucho también. Por forma de ser me veo muy personaje de Quadrophenia y me veo al lado de los mods, no de los rockers. Además yo todo esto lo viví en los ’80 y ’90 que fueron el apogeo de las tribus en Madrid, en el barrio de Moncloa. Los años ’80 y ’90 se vivieron muy intensamente en Madrid, me acuerdo del Rockola que lo cerraron por un apuñalamiento.

Malasaña ha tenido un pequeño resurgir.

Yo estoy perdido ya, pero en aquella época Madrid estaba lleno de punkis, mods, skins, rockeros, tuvo un auge de tribus urbanas del carajo.

¿Skins ya politizados?

Sí, el skin es político el red skin que es comunista o el neonazi o fascista.

Me refiero al skin musical, al que refleja por ejemplo This is England, ¿la has visto?

Sí, la he visto. El skin comienza musicalmente con el Ska, de hecho, había negros skins como refleja la película. Pero se politiza en los barrios proletarios ingleses y lo toma el fascismo inglés.

En la época de la guerra de las Malvinas.

Ese fue el momento máximo para el movimiento skin politizado, pero venía de antes incluso en los ’70 ya estaba politizado, se había apropiado el proletario chungo inglés.

Luego se hicieron con el fútbol y la liamos.

Eso es (risas). Pero aquellos años fueron muy buenos, lo viví mucho de jovencito. El rollito mod y con mi Harrington. Ahora estoy más perdido, pero me hace gracia porque todavía tengo ropa y cuando voy a  salir de casa me miro en el espejo y digo: «Hostia si voy de mod», o salgo con la parka, o con una chupa de Weekend Offender que es una marca muy hooligan, eran chupas muy casuals. Muchas veces me veo vestido con mi edad y voy como cuando era joven, se me ha quedado el rastro.

Hablando de Hooligans, ¿no te llevas muy bien con Florentino, ¿no?

Florentino es un tipo que siempre he criticado mucho y con el que me he llevado muy mal. Es un estupendo presidente para lo empresarial, para gestionar la dimensión del club, para proteger la marca y universalizar al club, para todo esto es un buen presidente, pero hay un inconveniente gravísimo y es que Florentino Pérez no ha comprendido que no sabe de fútbol y que para eso hay profesionales, hay entrenadores y directores deportivos. Tiene que dejar trabajar en paz, si él sólo se ocupase de la parte empresarial y dejase que las soluciones deportivas las tomasen otros, entonces, sería un estupendo presidente, pero es incapaz de no sentirse el entrenador, el director deportivo. Desprecia a sus entrenadores, aplasta a sus directores deportivos, se cree capaz de fichar. Mira, el secreto del éxito del Barcelona es que cuando llegó Laporta a la presidencia del Barcelona dijo que las decisiones deportivas las iba a tomar un equipo técnico encabezado por Txiki Beguiristain y él respetó y legitimó a los entrenadores. El presidente de un club no puede decir quien tiene que jugar el domingo y esto es lo que hace Florentino en el Madrid.

Se necesita de la libertad que tiene el entrenador, que a su vez es manager deportivo, en Inglaterra.

Es que en Inglaterra no se concibe la figura del presidente que tenemos en España. El presidente no existe, empezando porque es una figura sin fama, sin popularidad propia y no se mete en el vestuario Pero, ¿dónde se ha visto eso? Ese es el problema del Madrid, que Florentino quiere ser el entrenador además del presidente, si comprendiera de una puta vez que eso no es posible podría llegar a ser un buen presidente, bueno, ya no va a tener tiempo de ser un buen presidente.

Ha cambiado los estatutos de forma caudillista.

Sí… pero le van a dar la razón los tribunales, el fiscal dijo que no hay caso. A mi también me parecen unos cambios abusivos, pero respeto lo que diga la justicia.

Has vivido la locura del fútbol argentino, ¿cómo es aquello?

Yo iba todos los domingos y soy seguidor de Independiente que es de Avellanada al lado de Buenos Aires.

entrevista David Gistau
Fotografía: María Eugenia Martín Herguedas

Racing e Independiente son los equipos de Avellaneda…

Sí, los dos estadios pegados y se odian a muerte, están en la misma calle. Mi mejor amigo, que lo sigue siendo ahora, es argentino y nos conocimos en Pakistán. Intercambiamos equipos, él se hizo del Madrid y yo de Independiente. Me encantó independiente porque es un equipo que ahora está en horas muy bajas, pero es un equipo muy bonito, con mucha historia y muy relacionada con la comunidad española, con los exiliados, los dos equipos con más tradición española en cuanto a exiliados son Independiente y San Lorenzo de Almagro. Independiente tiene un presidente mediocre, pero con un gran pasado. Es el equipo que más Libertadores tiene de América, aunque ahora haya decaído. Tiene una historia de fútbol bonito, de ídolos como Ricardo Enrique Bochini.

¿Llegaste a ver violencia?

Vi de todo. Es un problema muy gordo, el fútbol se ha convertido en algo del gueto. No puedes llevar a tus hijos al fútbol en Argentina, asumes un riesgo demasiado grande. Recuerdo que en un Racing- Independiente, el clásico de Avellaneda, en el minuto veinticinco de la segunda parte ganaba independiente 2-0 y la hinchada de Racing decidió que no se jugaba más. ¿Cómo se hace para parar el partido? Se asalta la grada, las vallas y se ataca a los jugadores, esto se puso muy de moda en el fútbol argentino, para que la pelea no se vaya a la calle ponen candados a las puertas del estadio y cargan a caballo y gasean a quien se encuentre dentro. Claro, cómo vas a llevar a tus hijos, yo asumí el riesgo de vivir eso y hay que pensarlo mucho, pero yo no llevo a mi hijo de ocho años. El fútbol en Argentina no es una experiencia familiar como lo es aquí.

¿Este tipo de problemas están relacionados con la extrema pobreza que arrasa al país desde el peronismo hasta ahora con el kirchnerismo?

No, es anterior, pero desde hace mucho tiempo hay una connivencia entre autoridad y grada, que ha favorecido que las «barras bravas» se conviertan en crimen organizado.

Me han recomendado el documental de las «barras bravas» de Jon Sistiaga.

Hay uno mejor, uno inglés, el de Sistiaga es regular y, además, como siempre, Jon Sistiaga busca un lucimiento personal, no busca contarte una historia, busca lucirse él. Pero el reportaje inglés, que no me acuerdo como se llama, es un tipo que penetra en varias «barras bravas» como un reportero, no como una estrella o un showman. Esto no es como aquí que son chavales de veinte años que pegan cuatro bofetadas, las «barras» trafican con droga, con entradas, son delincuentes profesionales. En Argentina la delincuencia ha tomado al fútbol, todo ello con la ayuda de las autoridades, de los clubs… a las «barras bravas» se les permite poner chiringuitos de asado y cobrar por ello, se les permite llevar la seguridad a los conciertos que se celebren en «sus» estadios o gestionar el gimnasio del estadio. En el Antonio Vespucio Liberti (estadio de River) hay un gimnasio al que se puede apuntar cualquiera y está gestionado por las «barras». Estos no son los cuatro chavalitos que son unos mierdas y se pegan cuatro guantás, esto es otra cosa. Hasta el punto de que cuando hay crisis internas en las «barras» se resuelve con ejecuciones, hace dos años hubo una disputa en la «barra» de River y se solucionó como en Los Soprano… Un día un chaval salió del gimnasio, le estaban esperando y le pegaron un tiro en la cabeza, se acabó. Es crimen organizado, no es el concepto de hooligan de aquí.

¿Qué le ha pasado al boxeo?, ¿por qué se ha perdido afición?

Ahora está volviendo un poco y hay combates todas las semanas.

Desde luego si el aliciente es el Mayweather-Pacquiao…

No fue mal combate, pero la gente quiere hostias. Fue un combate con muchas cosas por ver, no fue una ensalada de hostias, de acuerdo, es normal que la gente que sólo ve en el boxeo hostias se sintiese decepcionada. Pero ver a Mayweather defenderse, eludir y esquivar a Pacquiao, eso, también es un combate de boxeo y fue maravilloso.

¿Cómo se puede ir introduciendo poco a poco alguien que no lo sigue?

Viendo mucho. En España era el segundo deporte después del fútbol, el boxeo era mucho más importante que el baloncesto. Cuando en los 70 había un combate en el Palacio de los Deportes el Palacio se llenaba y en la calle y bares había el mismo ambiente que en una corrida de toros. Hay un problema y es que cuando pasamos de la dictadura a la democracia la pedagogía social dice que el boxeo tiene que erradicarse.

Lo asemejan con el franquismo.

Sí porque en la época de Franco era un deporte muy importante, entonces determinaron que era un deporte franquista y lo podían haber hecho con el fútbol que era más importante. Prisa asumió el papel de pedagogo social, y decidieron como iba a ser el nuevo español democrático y es entonces cuando decide que el boxeo tiene que ser erradicado y lo consiguen. Lo reducen a barrios muy limítrofes y a gimnasios muy pequeños, el boxeo es aplastado tras haber sido uno de los grandes deportes de España.

El Potro de Vallecas lo hace resurgir un poco.

Sí, pero fue un fogonazo y lo apoyaron ciertas televisiones. Que el boxeo en España sea residual no quiere decir que lo sea en el resto del mundo. Te encuentras con que un solo un combate de Mayweather mueve más dinero que todo un mundial de fútbol y que tiene una audiencia de 400 o 500 millones de personas. El boxeo fuera de España es importantísimo, en México, en Inglaterra, Alemania, Europa del Este o los Estados Unidos.

Por lo que veo, lo sigues practicando.

¡Coño mírame el ojo! (risas)

¿Para aliviar tensiones? (risas)

No hombre, porque me gusta.

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¿Qué hay de cierto en eso de que luego el boxeador se queda medio atontao de tanta hostia en la cabeza?

No pasa si te cuidas. El boxeo tiene sus propios mecanismos de protección, el árbitro debe parar un combate si se está castigando mucho a uno de los dos y, si no lo hace se equivoca, también hay revisiones médicas.

Ali tiene párkinson.

Ali no se cuidó, peleó demasiado a principios de los ochenta y era un tío medio gordo, envejecido que hizo unos combates terroríficos. Mayweather se va a retirar sin un golpe después de cincuenta peleas como profesional y tiene la cara como tú o como yo y la cabeza bien.

¿La cabeza bien?

Creo que gastarse el dinero en sexo, coches y mujeres es tener la cabeza bien (risas) ¡ya quisiera yo! (risas).

El rugby.

Soy aficionado, pero no tanto. Cuando era estudiante en el Liceo Francés me querían meter en el equipo porque yo era grande.

Hubieses sido un buen pilier.

Sí supongo, con quince años me decían: «coño mides metro ochenta y tres, vente al equipo de rugby». Pero yo jugaba al fútbol y me gustaba más. Cuando estás en un colegio francés respiras rugby, el Liceo Francés tiene un equipazo. Me acuerdo que a veces quedábamos con catorce años a ver a Serge Blanco.

El rugby champagne.

Exacto, entonces me ha entrado por la parte francesa. Compartíamos campo, terminaba el equipo de rugby y entrábamos nosotros, siempre me decía el entrenador de rugby que me fuera con ellos, que era demasiado grande para el fútbol.

¿De qué jugabas al fútbol?

De líbero.

¿A lo Beckenbauer? (risas).

Ojalá. Luego… me arrepentí de no haber jugado al rugby, es que pesaba ochenta kilos con quince años.

¿Eres taurino?

No soy un gran aficionado, no soy anti pero hace mucho que no voy a la plaza. Yo he vivido fuera de España y cuando no perteneces a una cultura que entiende los toros es muy difícil explicarlo. Entiendo que un argentino no entienda los toros.

Hombre han mamado cierta cultura española.

No, pero hay dos iberoaméricas divididas. Una es la influida por Bolívar y la otra la influida por San Martín. La América sanmartiniana es de cultura inglesa, juegan al rugby y al polo y no entienden los toros. Dentro de América del Sur hay una diferencia cultural que la gente no reconoce y es determinante. En Uruguay no se torea, en Argentina no se torea, en Chile no se torea. Un argentino es tan ajeno a los toros como lo puede ser un norteamericano o un inglés.

¿No hay plazas de toros en Argentina o Uruguay?

Las hubo cuando España las puso. La única que hay en esta América sanmartiniana es una ruina que está en un pueblo uruguayo que se llama Colón.

¿Entiendes al antitaurino?

Yo a los antitaurinos dejo de entenderlos cuando humanizan al toro, lo ponen en el mismo grado moral que a un ser humano, ahí se les fue la olla, pero que no les guste yo lo comprendo. Mi mujer es argentina y la llevé un día a una corrida de toros y se quedó repugnada. Porque tiene una inducción cultural que les impide aceptar la muerte en público de un animal y yo eso lo respeto. A una chica de Buenos Aires no la vas a decir mira que derechazo o natural, porque te va a decir que derechazo ni que pollas (risas) pues no lo va a ver y yo lo entiendo. Pero yo no voy haciendo pedagogía de los toros. Además, con la evolución social que está teniendo España las próximas generaciones ya no serán taurinas, cómo vas a tener un niño viendo todos los días en televisión a animales hablando y luego van a ver que matan a uno en una plaza de toros, no lo entenderán.

Gracias por la entrevista David.

A ti, muy entretenida.