Las campañas electorales no duran quince días, sino cuatro años. Son como las fallas, que en cuanto se queman unas ya se está empezando a construir las siguientes. Por eso, los partidos políticos de este país llevan tiempo pensando en cómo ganar las siguientes elecciones, teniendo en cuenta a los jóvenes y nuevos votantes.
Las grandes fuerzas que ponen las etiquetas en este mundo decidieron que aquellas personas nacidas entre el año 1980 y el 2000 iban a ser clasificadas como «milenials». Los que vienen detrás, nacidos del año 2000 en adelante están todavía sin nombre. De momento, tendrán que conformarse con «posmilenials».
Pues bien. Esos son los que dentro de tres años y medio –en principio, lo que queda para las próximas elecciones generales– habrán cumplido los 18. Y convencerles de optar por una opción política u otra no va a ser nada sencillo. Ahora hay más y se sabe todo de todas. Tienen toda la información.
El idioma de los posmilenials
Lo primero que tendrán que conocer los partidos políticos es cuál es la forma de comunicarse de estos posmilenials. Su idioma, por así decirlo. No es cuestión de conocer jergas o redes sociales, tremendamente generalizadas entre todo tipo de edades. Es más una cuestión de conocer prioridades.
El posmilenial está más acostumbrado a mantener una comunicación al mismo nivel. La autoridad es algo que hay que ganarse, no viene impuesta. Ha crecido en un mundo en el que la política ya no es un discurso, sino una conversación. Algo así como «no me demuestres que eres más listo que nadie y que por eso tienes que gobernar, demuéstrame que me entiendes y me escuchas».
En cuanto al continente, las grandes producciones quedarían atrás. Es mejor una forma de contarlo a lo youtuber, con un vídeo de edición rústica que el receptor sienta que podría haberlo realizado él. Algo que pareció entender la candidatura «Tú haces Podemos» en Castilla-La Mancha, con un montaje en el que se podía ver al presidente castellano-manchego Emiliano García-Page vestido de monja al ritmo de una versión de «Despacito».
No se trata de banalizar ni ridiculizar el mensaje. Es hacerlo más atractivo y accesible al mismo tiempo que se le introducen elementos de humor, que nunca viene mal para que cale. El antagonismo de tuitear como Errejón, pero queriendo contar lo mismo.
Las nuevas influencias
En su momento fue muy célebre la Plataforma de Apoyo a Zapatero, más conocidos como «los de la ceja». En ella, personajes de todas las generaciones como Joaquín Sabina, Cocha Velasco, Jesús Vázquez, Fran Perea o Miguel Bosé mostraban su apoyo a la reelección del entonces presidente del Gobierno, en las elecciones del 2008. Zapatero entonces ganó, pero hoy con los posmilenials no se habría comido un colín.
Las estrellas de siempre ya no les influyen. Han creado las suyas propias. ElRubius, Vegetta777 o Willyrex son algunas de ellas, salidas la cantera de Youtube. Una frase suya dentro de uno de sus vídeos será mucho más escuchada –y por mucha más gente– que cualquier discurso en un mitin en cualquier campaña electoral. Su éxito, de nuevo la naturalidad y accesibilidad con la que se comportan.
No obstante, que un partido político les convenza para que han campaña política por él es altamente improbable, ya que sus contenidos se alejan tangencialmente de ello. Y también poco recomendable, ya que perderían votos en otros sectores de la población cuando supieran que la mayoría de ellos viven ahora en Andorra para pagar menos impuestos.
Así, en las próximas elecciones ya no se tratará de llevar corbata o coleta, salir desnudo en un cartel o haber recuperado el poder de tu partido. Para los posmilenials, lo importante será ofrecer opciones a una vida adulta que quiere comenzar, para que no se vea frenada en seco por el entorno como le ha ocurrido a los milenials. Quien sea capaz de convencer de eso, será quien gane ese nuevo nicho de votos.