Francis Bacon es sin duda uno de los artistas más importantes del siglo XX. Su pintura conquistó hasta al gran público a lo largo del siglo. Bacon marcó la historia con una obra única a la pincelada violenta y expresionista por la cual es perfectamente identificable. A día de hoy, sus pinturas se venden a precios altísimos en las subastas y los coleccionistas luchan entre ellos para adquirir uno de sus cuadros.
Sin embargo, no se habla ni se sabe mucho de su obra dibujada. Francis Bacon, sí, pintó con gran talento, pero ¿realizó dibujos y bocetos preparativos a sus cuadros? Es un gran debate que divide a los especialistas del pintor británico.

Un acalorado debate acerca de sus dibujos
De un lado, algunos de ellos afirman que Bacon nunca habría dibujado, sino que pintaba directamente en el lienzo bajo la forma de una creación espontánea casi «chamánica», una transcendencia que no necesitaría la realización de bocetos preparatorios.
Del otro, existen testimonios que refutan esta idea. En una de sus entrevistas con David Sylvester, su interlocutor más frecuente, el pintor afirma que realiza dibujos pero que no los enseña y los deja de lado. Se puede pensar que Bacon se sentía inseguro a la hora de dibujar, cuando nunca tuvo problema para realizar una pintura.
El historiador del arte John Richardson lo confirma y nos recuerda que el pintor nunca asistió a una escuela de arte: «con ayuda de un pretencioso pintor australiano, Roy de Maistre, aprendió a pintar, para lo que resultó tener un gran talento, pero lamentablemente nunca logró aprender a dibujar. Era incapaz de articular una figura o su espacio y estropeaba por esta razón un cuadro tras otro».
Tras su muerte en 1992, el debate surgió de nuevo cuando aparecen en su estudio de Reece News de London distintos dibujos coloridos y bocetos hasta el momento nunca descubiertos. Además de esas numerosas obras de papel, Bacon habría entregado poco antes de su fallecimiento otros dibujos a su vecino y amigo Barry Joule diciéndole: «ya sabes lo que hacer con ellos, ¿no?».
Cuando estos dibujos salieron a la luz, David Sylvester expresó que, aunque era evidente que estas obras procedieron del estudio de Bacon, no reconocía en ellas la mano del artista. En fin, Joule recibió vivas criticas de la parte del mundo del arte que negó la autenticidad de esas obras dibujadas, acusándole de realizar falsificaciones. El verdadero problema de este material era su falta de calidad artística.
La cuestión del dibujo
La exposición actualmente consagrada a sus dibujos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid no presenta estos últimos dibujos tan polémicos, sino los de la colección de Cristiano Lovatelli Ravarino. Este periodista italiano fue el amante del pintor durante su estancia en Italia entre 1977 y 1992.

En aquella época, Bacon se sentía asfixiado por la fama y se escapó a Italia con el fin de deambular tranquilamente en las calles y frecuentar los bares donde la gente no lo reconocía. Allí podía divertirse retratando a desconocidos o a sus recientes conocidos, como fue el caso de su amante italiano.
La cuestión del dibujo, comisariada por Fernando Castro Flórez y disponible hasta el 21 de mayo en la Sala Goya, expone más de 40 dibujos que Lovatelli Ravarino hubiera recibido de la parte de su pareja como regalo. Los dibujos están todos fechados y firmados y son, en comparación con los de Joule, de una calidad notable.
Retratos y cabezas
La muestra del CBA se divide en dos espacios para admirar las cuatro series de dibujos del maestro británico. De una parte, se descubre sus Cabezas, dibujos coloridos fechados entre 1988 y 1992 donde aparece a menudo la cara de Lovatelli Ravarino. El pintor sentía placer al representar a su amante experimentando diferentes técnicas. Los retratos están en su mayoría realizados en pastel, pero algunos se distinguen por el sistema del collage.
![Cabezas - exposición “La cuestión del dibujo”, Sala Goya, Círculo de Bellas Artes, Madrid]](https://lemiaunoir.com/wp-content/uploads/2017/04/foto-3-1.jpg)
Parece que Bacon procedía en diferentes etapas: primero, realizaba un fondo monocromo con collage o pastel y luego un nuevo collage por encima con la cabeza dibujada. La mayoría de los fondos son de colores de tonos pop, fuertes, ácidos. Al final, la figura atormentada sobresale del fondo, lo que le da un toque vanguardista.

Los famosos papas
El resto de la sala grande esta consagrado a las dos series Figura de pie y los populares Papas. Las figuras de pie, esta vez, están representadas integralmente. El dibujante busca realizar una morfología diferente en sus retratos. Algunas formas geométricas empiezan a aparecer detrás, lo que corta el aspecto único de monocromía. Se trata también de un formato más grande: los retratos al pastel corresponden justo al tamaño de una cara, cuando las figuras de pie miden hasta 150×100 cm.

Los dibujos de los papas son las piezas maestras de esta exposición. La famosa serie de pinturas que revisan a El papa Inocencio X de Velázquez es un trabajo de culto de Francis Bacon. Fue en la década de los cincuenta en Mónaco donde pintó sus primeras versiones del cuadro. Contrariamente a la creencia, sería solamente a partir de una foto de la obra del maestro español que nació la fascinación de Bacon y no gracias a su visita del Museo del Prado en Madrid.

Su probable obsesión por la religión se desmiente también en su conversación con Sylvester: «Lo de los papas no es algo que tenga que ver con la religión; viene de una obsesión que tengo por las fotografías que conozco del cuadro El papa Inocencio X, de Velázquez. (…) Creo que es uno de los mejores cuadros que se han hecho, y me obsesionaba. Compro libro tras libro con esa ilustración del Papa de Velázquez, porque sencillamente me acosa y porque despierta en mi toda clase de sentimientos y también, podría decir, de áreas de imaginación».
En este caso, el CBA enseña dibujos tardíos de los años 1989 y 1990: en total 12 papas de distintos formatos, años y técnicas están expuestos. En comparación con el resto de la muestra, la serie de los papas parece aún más violenta. Los personajes dan la impresión de estar gritando en una situación de sufrimiento.

Están tratados de la misma forma que las otras piezas: con la técnica mixta del collage-pastel. Cada papa tiene sus manos cruzadas y apoyadas en las piernas, como si estuvieron clavados al cuerpo. Esta serie resulta extraña. De un lado el terror expresado con las figuras y del otro la vitalidad de los fondos coloridos, prácticamente divertidos.
Respecto a la temática, ¿puede ser la fuerte presencia de la religión en Italia lo que empujó a Bacon a dibujar de nuevo una serie de papas? ¿Su obsesión por el cuadro de Velázquez surgió de nuevo en el país de El Vaticano?

Velázquez, una inspiración recurrente
Finalmente, la pequeña sala central presenta la serie de Crucifixión de 1986 hasta 1990. Excepto un único dibujo con colores, los demás son bocetos a lápiz blanco y negro. En la composición del espacio, se reconoce de nuevo la referencia a Velázquez: los dibujos recuerdan al Cristo Crucificado de 1632.

En su estilo auténtico, Francis Bacon expulsa tripas y sexos. Empuja cada vez más la provocación y la acentuación de su trazo en las figuras totalmente atormentadas. Las caras van desapareciendo, una se convierte negra, lo que sugiere un principio de abstracción en la figuración expresionista.

¿Dibujos auténticos?
La exposición del Círculo de Bellas Artes es desconcertante. El público que conoce bien la obra del pintor se enfrenta a una gran duda de autenticidad. Los neófitos, ellos, ven en esta muestra una violencia incomprensible. ¿Si los dibujos fueron suyos, porque esconderlos tantos años? No obstante, ¿si fueran falsas, como explicar la calidad de expresión creativa de esas piezas?
El historiador y curador Michael Peppiatt comenta que:
«Bacon afirmó que nunca dibujaba, lo que era totalmente falso. En consecuencia, en vida jamás se exhibió o reprodujo un dibujo suyo. Pero, la realidad es que regularmente hacía bocetos de sus pinturas, algunos de ellos apenas contornos en tinta, otros más elaborados en gouache u óleo sobre papel. Con su preocupación habitual de que nada que el no considerara su mejor trabajo saliera jamás del estudio. Bacon destruía estos bocetos tan pronto como comenzaba el cuadro. Sin embargo, al cabo de algunos años algunos de estos bosquejos escaparon a la destrucción ritual. Los que salieron a la luz muestran una fluidez de movimiento y una seguridad de propósito que echan por tierra las suposiciones previas de que Bacon no sabia dibujar.»
En el caso de los dibujos «italianos» expuestos en el CBA han sido sometidos a un proceso jurídico para probar su autenticidad que ha fallado en contra de su falsedad. Además, existe en Londres la Francis Bacon Foundation of the drawings donated to Cristiano Lovatelli Ravarino que reúne a todos estos dibujos de su época italiana.
¿Acaso, un genio también no puede cometer errores ?
*Todas las fotografías del artículo han sido realizadas por Lara Tournemire.