Exilio y poesía: en tierras hostiles

Los exilios y sus índoles

La historia de la literatura tiende a tener en cuenta los contextos histórico-políticos en los que un autor se forma. En muchas ocasiones el entorno marca trágicamente la producción literaria del artista, además de influir escandalosamente en sus vidas. Entre las situaciones políticas y personales más destacadas se encuentra el exilio. Situación romántica donde las haya que otorga la virtud de ‘exiliado’ o ‘desterrado’, incluso, a veces, de ‘héroe político’.

Sin embargo, el exilio puede rodearse de muchos aspectos y, sobre todo, puede deberse a muy diversas razones. De la misma forma, innumerables son los porqués, también los cómos, los cuándos y, sobre todo, quién se va y quién se vuelve.

Exilios: ¡por la república!

Curiosamente dos autores tan dispares como el poeta español Luis Cernuda (1902-1963), etiquetado como poeta de la Generación del 27’; y Víctor Hugo (1802-1885), maestro del Romanticismo francés, se exiliaron debido a una razón similar. Salvando las distancias, la razón última para ambos fue la situación política de sus países de origen, en concreto, el deseo de un régimen político diverso al que se instauró.

El poeta español vivió periodos tan convulsos como el inicio de la Guerra Civil Española, siempre apoyando al bando antifascista. De hecho, aun residía en España el año del estallido y allí tiene noticias sobre el asesinato de su amigo Federico García Lorca, al que le dedica un poema que fue censurado en su publicación. Tras este acontecimiento vivirá dos años más entre París, Madrid y Valencia, es aquí donde colabora n una revista antifascista y, también, donde asistirá a un congreso de intelectuales del mismo bando donde conocerá al poeta mejicano Octavio Paz (1914-1998). Tras varias idas y venidas, finalmente en 1938 abandona España para no volver nunca más.

Alegoría de la proclamación de la Primera República Española || wikipedia
Alegoría de la proclamación de la Primera República Española || wikipedia

Por una república se exilia también Víctor Hugo, aunque en este caso no hubo guerra civil sino directamente un golpe de estado. El poeta francés es más que famoso por su vinculación con la vida política, no solo por sus escritos sino por su participación activa en la vida política del país. En 1849, tras la elección en 1848 de Luis Napoleón Bonaparte como presidente de la República Francesa, Víctor Hugo es elegido miembro de la Asamblea Nacional. No obstante, para sorpresa de todos el presidente electo se autoproclama emperador del que se conoce como Segundo Imperio Francés. Víctor Hugo reniega de esta vuelta al imperio y se exilia voluntariamente en 1851.

Tierras hostiles

Luis Cernuda viajará a Reino Unido donde permanecerá durante varios años intentando encontrar su lugar y su estabilidad. La tierra natal es hostil; la tierra del exilio también. El poeta español renunciará al país vecino para cruzar el charco dando comienzo a su exilio norteamericano; pero no será hasta 1952 cuando se establezca en México, que encuentre su lugar en el mundo como poeta exiliado. La hostilidad de la tierra natal se ve acentuada por el paraíso que lo acoge hasta su muerte en 1963. De hecho, antes de su muerte escribiría el poema Díptico español donde su visión de la España del momento se refleja con crudeza:

Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo

en creer que la razón de soberbia adolece

y ante el cual se grita impune:

muera la inteligencia, predestinado estaba

A acabar adorando las cadenas

y que ese culto obsceno le trajese

adonde hoy le vemos: en cadenas,

sin alegría, libertad ni pensamiento.

 

La ausencia de libertad en España, el régimen dictatorial y el fascismo hacen de una vuelta al país natal algo inimaginable. Amigos del poeta habían muerto en la dictadura, como el antes mencionado Lorca, y Luis Cernuda no correría el riesgo de volver para verse atado y censurado, no solo como poeta sino como hombre ‘abiertamente’ homosexual e intelectual antifascista.

En tierra de nadie

El caso de Víctor Hugo se asemeja en parte, aunque solo por los diversos viajes que lo llevaron a encontrar su nuevo hogar en la isla normanda de Guernsey. El poeta huyó tras el golpe de estado a Bruselas, desde donde alzó su voz para criticar de forma sagaz al nuevo emperador en su panfleto Napoleón, el pequeño. Esto hizo que tuviera que salir de allí para refugiarse, esta vez, en el Canal de la Mancha; en concreto, en la isla de Jersey. Estas islas pertenecientes a Inglaterra eran conocidas por acoger a exiliados franceses durante diversos periodos de la historia. Sin embargo, Víctor Hugo encontraría un nuevo rechazo provocado por acuerdos políticos entre la entonces reina de Inglaterra, Victoria y, el nuevo emperador. Finalmente, otra isla normanda lo acogería como su habitante predilecto y sería en Guernesey donde Víctor Hugo permanecería 15 años de su exilio.

Victor Hugo
Caricatura de Victor Hugo por Alfred Lepetit (1878) || wikimedia.org

La pequeña isla fue la tierra soñada y así la describió en una de las novelas que escribió durante su exilio, Los Trabajadores del mar: «A partir del siglo XVII, estas islas han sido fraternales para el mundo entero; la hospitalidad es su gloria. Tienen la imparcialidad del asilo».

A pesar del gran acogimiento, Víctor Hugo aceptaría regresar a París a finales de 1870, aunque volvería por periodos a Guernsey antes de establecerse de nuevo definitivamente en Francia en 1873. Víctor Hugo muere cuando la República es la forma de gobierno de su patria. Él será enterrado entre la gloria y la adoración de su pueblo, como voz política y figura literaria.

¿Volver o no volver?

Bélgica. Estatua en la playa de Knokke

Para el poeta español volver no fue una opción, la situación de España bajo el gobierno dictatorial impedía su vuelta, no solo por su abierta declaración antifascista durante la Guerra Civil sino también por su condición de homosexual. El régimen sin libertades hizo de la tierra natal un lugar hostil y el asumido deseo del exiliado por volver pareció no albergar la cabeza del poeta sevillano. El exilio del escritor francés, por el contrario, ensalzaría su figura y le otorgaría la nobleza del poeta rechazado que era aclamado a su vuelta.

Dos situaciones políticas; dos poetas desterrados y, quizás, una verdad que se yergue: el exilio y la poesía como el doble filo de un arma para luchar contra el gobierno imperante.