Diez poemas para recibir al otoño: «Antes de que el invierno nos escombre»

Conocida popularmente como una estación yerma y melancólica, se nos presenta en estos días el otoño, conductor de cambios, amén de propiciador de balances emocionales. El ocaso meteorológico y espiritual nos motiva a resguardarnos en el interior, originando las clásicas postales harto conocidas: contemplar la lluvia, danzar sobre los alféizares; largos paseos sobre mantos de hojas marchitas; ver cómo se alzan y desmoronan los reinos.

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Del mismo modo que se tiende a concebir una visión tan bohemia de esta etapa anual entre la gente de a pie, también los autores han dejado constancia de sus impresiones a lo largo de los años mediante loables registros de su valía, ora lienzos, ora novela o poesía. Sirva este artículo para recopilar diez visiones, diez estampas otoñales:

  1. Otoño, de Mario Benedetti: Publicado en 2002 en el tomo Insomnios y duermevelas, se nos presenta como un bello canto a la vida frente al pesar de las vicisitudes intrínsecas, como no podría ser menos viniendo del mágico uruguayo.
  2. Mariposa de otoño, de Pablo Neruda: “Hoy una mano de congoja llena de otoño el horizonte y hasta de mi alma caen hojas”, ululaba la mariposa protagonista de este genial trabajo firmado por el poeta chileno, presentándose como un crudo testimonio del pasar del tiempo.
  3. Amanecer de otoño, de Antonio Machado: Dedicado a Julio Romero de Torres e incluido en la magna obra Campos de Castilla, Machado nos describe la mística belleza del paisaje otoñal español, fruto de virtudes y sempiternos defectos.
  4. Otoño, de Juan Ramón Jiménez: “Qué noble paz en este alejamiento de todo: oh prado bello que deshojas tus flores”, confesaba el poeta andaluz. Otra magistral pincelada en el gran lienzo de octubre, empapado por el sentimiento de aislamiento y reclusión espiritual, ese bendito beatus ille que rodeó a Juan Ramón durante su vida.
  5. Otro otoño triste, de Miguel Hernández: La tristeza por la pérdida de la juventud, junto con la locura propia del amor no correspondido y el miedo a la muerte marcan este testimonio de añoranza por las alegrías pasadas, el calor reconfortante predilecto para el cuerpo y la mente.
  6. Melancolía, de Manuel Machado: “Me siento, a veces, triste como una tarde del otoño viejo” Podría ser una misiva usual por estas fechas. Suspiros y miradas de soslayo soberbiamente descritos en estos versos del modernista poeta hispalense. Sentimientos cohibidos, tristezas expresadas a media voz.391
  7. El otoño se acerca, de Ángel González: Una de las voces más notables de la Generación de medio siglo nos cautiva con esta descripción de las primeras impresiones del fin de septiembre. Las hojas caen y las cigarras preconizan la muerte del ángel; silencio perpetuo.
  8. El señor otoño, de María Elena Walsh: En un tono más animado, y adaptado a un público más infantil, tenemos estos preciosos cuartetos que, de una forma entrañable, nos presentan la metáfora otoñal, ataviada con guantes y sombrero, de la mano de la Gloria Fuertes.
  9. Rosa de otoño, de Leopoldo Lugones: Una fugaz escena, escuetos toques impresionistas; así podría describirse esta escena obra de una de las mentes más prodigiosas de Argentina. El amor; nuestros sueños, como la rosa, con la honda calma que la tarde vierte, pasa el deshojamiento de la rosa por las manos tranquilas de la muerte.
  10. Las sombras del verano, de Felipe Benítez Reyes: quiera ser el poema que concluya esta letanía un resumen, una perspectiva del estío que finaliza en estos días hecho por uno de nuestros escritores actuales más laureados. Una honda prosa, un laberinto de ideas que narra la fragilidad y los quiebros de la vida.

Dicho y manifestado de todas las maneras posibles, se avecinan tiempos difíciles para los soñadores, como dijo una vez Amélie Poulain. Llega el otoño y toca guarecerse, tomar asiento y ver pasar el año una vez más; otra vida más.

And the trees are stripped bare

Of all they wear

What do I care?