Isabel Coixet, Agnes Varda, Wagner Moura, Juliette Binoche, Sebastián Lelio, Tilda Swinton, Faith Akin, y la lista continúa. Comedia, terror, romance, ciencia ficción y hasta culinaria, fueron algunos de los géneros que se disfrutaron en las más de 400 películas que llegaron a la Berlinale 2019. Quizá haya sido el especial foco de cine indígena, o quizá el renovado protagonismo de la dirección femenina, lo que ha hecho del Festival de Cine de Berlín uno de los más anhelados y prestigiosos de este año 2019.
Todo cineasta prometedor ha estado aquí. A lo largo de 11 días la capital alemana se ha llenado llenó de cine de todas partes del mundo, desde Lituania hasta Canadá o desde Chile hasta Japón, el séptimo arte envuelve a la ciudad en un aire místico con realidades sorprendentes y olor a palomitas.

Una amplia gama de oportunidades
Teniendo en cuenta que esta era mi primera experiencia en este magno evento y que mi intención era aprovechar al máximo los 5 días que contaba para ello, puedo extraer dos palabras claves: organización y fluidez.
Organización puesto que este festival de clase A, considerado uno de los más importantes del mundo, brinda mil opciones para disfrutarlo. No solo por las variadas secciones que lo componen, como competencia oficial, panorama, fórum, shorts, entre otras, sino también por su mercado, el film market, donde las productoras, distribuidoras y film comissions de gran cantidad de países ofrecen sus servicios y se postulan como las mejores para realizar un proyecto audiovisual . Un espacio de networking en su máxima expresión.
También hay una oferta importante de charlas en la sección de Berlinale Talents, donde se debaten diferentes temáticas y visiones de cómo está la industria actualmente; estos eventos son relevantes para todo aquel interesado en el mundo del cine ya que se invita a grandes personajes a hablar de un tema actual y relevante mientras el público saca sus propias conclusiones.
Sumando esto alas diferentes actividades del día a día, la Berlinale nos expone un amplio rango de vertientes en el que es muy difícil escoger a qué asistir, así que la organización es un aspecto fundamental para disfrutar el festival en todos sus aspectos. Pero, también es necesario dejarse llevar por el momento y fluir, lo que se tenga planeado no va a salir como lo esperado, así que es vital la toma de decisiones rápidas y seguir la corriente para aprovechar la experiencia al máximo y de paso, rentabilizar la inversión realizada en la acreditación. Al fin y al cabo, el cine es un arte pero también un negocio.

Levantando muros
Desde el momento en que pisé el suelo del ARKANE para recibir la acreditación me di cuenta de la magnitud de un evento como este. Se percibe una sincronía en cada lugar y momento que para un primíparo puede ser abrumador. Las filas, las entregas, los puestos, están milimétricamente organizados, lo que aporta una sensación de confort. No obstante, el idioma y tener tantos escenarios a veces es confuso y un poco hostil con el extranjero, pero lo importante es percibir cada situación como una oportunidad para aprender.
El festival fue creado como una vía escapatoria a lo que ocurría en Alemania tras la segunda guerra mundial; siendo inaugurado por Rebbeca de Alfred Hitchcock el 6 de junio de 1951, buscaba establecer la libertad como decreto en un mundo dividido. Hoy, tras 69 ediciones y con la participación de más de 50 países, sigue recalcando la importancia de su emancipación.
Asimismo, el festival lo compone la gente que asiste. Directores, productores, distribuidores, prensa, estudiantes y público comparten la misma pasión. Este universo nos hace darnos cuenta de que hay historias en cualquier esquina, que la realidad supera la ficción y que el cine es un arte colectivo que no sería nada sin cada una de estas personas que lo completan.
Conseguir boletas parece sencillo, sin embargo, es toda una odisea. Con la acreditación de estudiantes podía asistir a todas las funciones, menos las de prensa, galas y premieres, además de las charlas y presenciar el mercado. Parece bien restrictivo, pero realmente el asunto se complica cuando es necesario hacer una fila cada día, a partir de las 7-7:30 am, para intentar conseguir entradas a las funciones que quería ver. Acá es donde nuestros dos adjetivos, organización y fluidez, empiezan a cobrar vida.

Aunque había asistido a otros festivales de cine, nunca me había enfrentado a un monstruo así, el evento te mantiene todo el tiempo a prueba, retándote a estar bajo su funcionamiento 24/7. Pero esto es lo que más increíble lo hace. El día puede resumirsede esta manera: hacer la fila para las boletas, llegar a la taquilla y que todos tus planes cambien, obligando a adaptarte, ver películas, ir a charlas, visitar el mercado, comer algo típico alemán, caminar por la ciudad y conocer sus esquinas mientras llegas al siguiente escenario y luego, tras estar de un lado para otro y sobrevivir con lo que encuentras, aprovechar para rematar e ir a alguno de sus eventos nocturnos para hacer contactos.

Viviendo realidades
Muchas veces es complicado ver más de cuatro películas en un día, pero lograrlo no es imposible. Cada día en el festival es una nueva oportunidad para seguir aprendiendo. Para darle cabida a cada una de las actividades mi recomendación es:
- Destinar un día a ver el mayor número de películas que se pueda, teniendo en cuenta los diferentes escenarios y los tiempos de finalización de las producciones. Muchas veces no se alcanza a ir de un lado al otro con tan solo 15 minutos de diferencia.
- La sección de Panorama es una de las más disruptivas, además cuenta con Q&A de los realizadores, indispensable para conocer más sobre las historias de vida y por qué se hace una película.
- Algo muy importante es ver películas de todas las partes del mundo, esto dispara la creatividad y nos hace salir de la zona de confort ya que es necesario sorprenderse con las diferencias y similitudes que se alcanzan a encontrar con uno mismo.
- No dejar de ir a los Talents, se aprende tanto en hora y media que valen la pena. El día se puede completar con asistir a una o dos películas.
- Es una semana intensa donde, si se está en el mood de sacarle el mayor provecho, se va a caminar bastante, dormir poco y comer lo que haya por ahí. Mi consejo es llevar snacks como frutos secos, galletas y frutas que den energía y permitan seguir el camino.
- También es indispensable disfrutar cada esquina. Berlín es una ciudad tosca pero maravillosa así que vale la pena parar un momento y contemplarla.
- Los happy hour, reuniones de networking, fiestas, son otro ambiente para conocer gente y crear contactos, muy importante dependiendo del objetivo de cada uno, así que es bueno asistir a uno que otro para darse a conocer en la industria. Eso sí, tener en cuenta que al día siguiente no se va a tener la misma energía y tal vez sea mejor ir a un ritmo más tranquilo.
- Dar un respiro y seguir el instinto. Muchas veces salen eventualidades y acontecimientos que cambian los planes, pero pueden traer muchas nuevas oportunidades para conocer otras cosas. Al fin y al cabo todo es nuevo.
Fotografías: Silvana Stein Aguilar
Mi festival se resumió en una serie de bizarros y molestos cortometrajes que dejaron mucho que desear; un documental maravilloso brasileño (Estou me guardando pra quando o carnaval chegar de Marcelo Gomes); una película sobre un neonazi que busca redención en una de las salas de cine más grandes de Berlín (Skin de Guy Nattiv); dos películas con miradas hacia la población minoritaria como lo es la comunidad indígena (The body remembers when the world broke open de Elle-Máijá Tailfeathers, Kathleen Hepburn) o una niña en silla de ruedas (37 seconds de HIKARI, la cual ganó el premio del público); además de ficciones latinoamericanas con visiones tan apasionantes, críticas y diferentes, (Temblores de Jayro Bustamante; Divino amor de Gabriel Mascaro; El despertar de las hormigas de Antonella Sudasassi); y dos charlas con increíbles personalidades sobre el oficio del cine.
Y es así como, tras 69 ediciones deleitando al público con lo mejor de la cinematografía mundial, la Berlinale nos pone como premisa que sin importar el lugar de dónde venga la gente, qué idioma se hable o cuál sea la realidad de cada uno, el cine es un lenguaje universal que nos conecta, volviéndonos más humanos mientras reconocemos al otro como nuestro igual.
Para conocer los ganadores de esta edición, visita este enlace.