Agatha Christie, la novela negra entre raíles

Cualquier momento es bueno para dejarse arrastrar por una buena historia, pero para muchos lectores, los trayectos largos necesitan de un libro en la mano si quieren ser mínimamente soportables. Los raíles se convierten en el escenario perfecto para muchas obras de ficción, y los vagones del Orient Express fueron los elegidos por la reina del misterio Agatha Christie en 1934 para Asesinato en el Orient Express. La escritora se ha convertido en la más leída, solo por detrás de la Biblia y Shakespeare, y sus novelas consiguen atrapar a un lector que se sorprende con cada final, que busca desvelar el misterio antes que la propia narración.

La ficción se establece como el reino de las posibilidades, todo es creíble, y cualquiera puede ser el culpable. Cuando el lector se adentra en una novela acepta que todo lo que parte de la primera letra es mentira, una invención de cualquier escritor, a veces con más o menos destreza. La magia de la novela negra consiste en querer buscar la verdad dentro de toda esta ficción. El único fin consiste en averiguar quién es el asesino, aún cuando el asesinato no se ha producido, y se busca la certeza dentro de un entresijo de invenciones.

En Asesinato en el Orient Express, Agatha Christie sitúa a unos desconocidos que, como en cualquier viaje de tren, parecen tener la única coincidencia de compartir el trayecto. En los viajes en tren se establece una única conexión y unión en el espacio-tiempo entre los individuos, ese preciso instante en el que comparten un destino. El viaje en tren se sitúa como un nexo que los une antes de que sus vidas se separen nuevamente. En este caso, se trata del trayecto que solía vincular, entre finales del siglo XIX y 2009, lo que actualmente conocemos como Estambul y París. La autora tiene la capacidad de crear a multitud de personajes con personalidades diferenciadas, que actúan como potenciales autores de una masacre.

 

Actores y actrices que actuaron en la película de la novela de Agatha Christie, Orient Express
Reparto de Asesinato en el Orient Express (2017) || Fuente: Flickr

Una mente brillante

Todo género supone, en realidad, una combinación de otros anteriores, una variación de los existentes, o una búsqueda de nuevos conceptos diferentes, en este caso, de los precedentes. Por tanto, se puede decir que el plagio en el desarrollo de narraciones ficticias, no en un sentido literal sino interpretativo, es inexistente. De la misma manera que Doyle, creador de la famosa saga de Sherlock Holmes, se inspiró en otros anteriores, Agatha Christie asumió las características que venían marcando al género desde el siglo XIX, y las dotó de su propia interpretación. Así pues, creó al famoso y quisquilloso detective Hércules Poirot, utilizado en varias de sus novelas.

La búsqueda de culpables y el asesinato rodeado de misterio tienen en la ficción literaria unas raíces muy profundas, pero podemos hablar del género de novela policíaca a partir de varios autores y un contexto en concreto. Estas novelas nacen con el interés creciente por la lectura y adoptan la concepción empirista y racionalista para contemplar la resolución correcta, siempre de mano de los detectives, con unos descubrimientos que el lector acaba asumiendo con naturalidad.

Los primeros pasos en la materialización del género los dio Auguste Dupin, un detective ficticio creado por Edgar Allan Poe a mitad del siglo XIX. Doyle construirá a Sherlock inspirándose a su vez en el creador de la primera agencia de detectives, Allan Pinkerton. Como todos ellos, Poirot actúa como un ingenioso investigador, una mente brillante, y casi siempre la única capaz de resolver el crimen. La escasa admiración hacia los policías que se tenía durante el nacimiento de la novela negra -denominada así por las tramas cruentas, las publicaciones en la revista Black Mask y por la Série Noire- contribuyó a la popularización de la figura del detective.

Desvelando el crimen perfecto

Ratchett, un pasajero americano que viaja en el tren, se acerca a Hércules Poirot con la esperanza de que le ayude, ya que tiene la impresión de que alguien está maniobrando para acabar con su vida. Tras la negativa del detective, y como buena novela policíaca, el crimen no tarda en producirse, y encuentran al americano asesinado con varias puñaladas asestadas con rabia. Las temperaturas descienden, el hielo comienza a hacerse paso en las vías y la nieve cae con fuerza, asegurando un escenario donde los viajeros del tren temen estar al lado del asesino, pero al mismo tiempo, lo suficientemente atrapados por el temporal como para que este no escape.

Poirot se encargará, por tanto, de desvelar el misterio y encontrar las pistas necesarias para asegurar su posición respecto al asesino, pero a medida que pasan las páginas, el caso se complica más de lo que esperaba. No son tan claras las conexiones entre las pistas, la historia y los sospechosos en la última adaptación de la novela a la gran pantalla, dirigida por Kenneth Branagh y estrenada en 2017. El libro permite al lector hacerse una imagen directa de cada personaje creado por Agatha Christie, y los pasos que se dan en la investigación quedan mucho mejor atados que en el film, donde las razones y argumentaciones tanto del detective como de los pasajeros se pierden en la narración.

Tren que representa al Orient Express descrito por Agatha Christie en su novela
The Sumpter Valley Railroad’s || Fuente:Flickr

Uno de los factores que sí coinciden en ambas y que formarán parte de la caracterización del personaje es la construcción del mismo detective, pues Agatha Christie se encarga en la lectura de darle una apariencia excéntrica y descabellada, con suficientes manías para que el lector se dé cuenta de que está delante de una personalidad peculiar. En la película, tanto los personajes, como el bigote y comportamiento del señor Poirot adquieren un tono estrambótico e incluso cómico. Quizás el tratamiento del asesinato, el misterio, o lo que convertía en una obra “noir” a Asesinato en el Orient Express quede deslucido en la adaptación cinematográfica, decepcionando a los más afines al género. Muchas de las características esenciales siguen ahí, aunque con un toque mucho más ligero.

La reina del misterio ha acabado con una colección de más de sesenta libros, muchos de los cuales relatan una muerte lenta, producida por el uso de venenos, que Agatha Christie utiliza con precisión gracias a su experiencia como enfermera y farmacéutica. Asesinato en el Orient Express se convierte en un giro de perspectiva ante el “Whodunit” (Who’s done it?), una variante de la novela de misterio cuyo único objetivo, más que un desarrollo moral o trama trepidante, es que el lector viaje por la mente de los sospechosos, juzgándolos, y construya su propia realidad.

Una de los elementos que impactan a cualquier lector que no haya paseado demasiado por las páginas de la novela negra será la escasa información que nos ofrece Christie del señor Poirot. Describe a un personaje maniático, pero sin pasado, mientras intenta comprimir el pasado, presente e intenciones de cada viajero del tren en un breve testimonio. Christie destripa a los pasajeros, al menos en un sentido metafórico…nunca son demasiadas las aclaraciones en este tipo de novelas.

El lector se convierte en un ente activo, que debe utilizar su ingenio desde el primer hallazgo, ya que difícilmente podrá esperar al final del libro para que el detective descubra el pastel y desvele el autor de tales atrocidades. Agatha Christie, capaz de mostrar la realidad más cruenta o violenta, mientras el lector juega como un niño a desvelar el acertijo.