La presentación tiene el propósito de mostrar cómo viven y trabajan los artistas hoy en día, cómo se conectan con lo que les rodea y qué influencia tiene sobre sus obras el medio, en casi todos los casos, urbano. Cada artista narra su batalla artística, cada uno desde su perspectiva, experiencia, quehacer laboral, intereses, reivindicaciones y vida cotidiana.
La exposición, comisariada por Virginia Torrente, ha invitado a doce creadores para que cuenten su historia en un medio común, el dibujo. Tamara Arroyo, Andrea Canepa, Daniel Chust Peters, Ángela Cuadra, Miki Leal, Carlos Maciá, Teresa Moro, Fernando Renes, Daniel Silvo, Juan Ugalde, Keke Vilabelda y Martín Vitaliti participan en esta muestra colectiva.

«Desde hace un tiempo, los lugares son aquellos en los que he vivido o que pertenecen a mi memoria personal. Intento regresar a ellos a través de mi trabajo artístico…», Tamara Arroyo.
«Lo que yo hago como artista es alterar el orden de los elementos dentro de estos sistemas, organizándose bajo otros criterios. Lo que intento con esto es dar cuenta de que la regularidad del mundo obedece a un conjunto de reglas que, como tales, podrían haber sido distintas. En otras palabras: busco señalar que toda lógica de organización, sea como sea, podría ser diferente.», Andrea Canepa.
El deseo de Virginia Torrente
El proyecto está comisariado por Virginia Torrente (Bilbao, 1963). Licenciada en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, desde hace diez años trabaja exclusivamente como comisaria independiente, compaginando con el trabajo como conservadora y comisaria, como en la Colección Arte Contemporáneo, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, o Casa de América.
Partiendo desde el soporte más básico, el papel, hasta su forma más extendida, los dibujos revelan la diversidad creativa contemporánea. Como el dibujo, la vida laboral del artista es muy débil, cada vez más precaria, sin garantías de conservación, necesitada en la mayoría de los casos de ayudas, becas o subvenciones.
«La existencia del artista es mayoritariamente precaria. La dicotomía casa – estudio, la separación entre el lugar doméstico y el de trabajo, a veces no se puede llegar a cumplir, entre otros motivos por la carestía económica y los inaccesibles precios inmobiliarios», Virginia Torrente.
Joseph Campbell decía que tener un espacio sagrado es una necesidad para todos, para desconectarte de todo, un lugar donde realmente puedas ser tú y lo que también quieras ser. Frida Kahlo contaba con un hermoso estudio en su famosa casa azul, un lugar completamente adecuado para la pintura de pequeño formato; Monet tenía un sillón en medio de su estudio; Bacon intervenía incluso en las paredes y Warhol, una fábrica.
«En todas sus variantes, creo que es un lugar de identificación del artista. Todas esas fotos y talleres reproducidos ejercen una especie de fascinación y muchas veces sirven para hablar de la obra de un artista más que la propia obra.», Daniel Chust Peters.
Lugares que los inspiraron y en donde pasaban muchas horas al día. Al observar sus estudios de trabajo, es importante notar con qué elementos contaban. No existen dos estudios idénticos, sino que estos se adaptan a las necesidades de sus artistas pero ahora, en la actualidad, son los artistas los que se adaptan al estudio y a los escasos recursos.
«En esta exposición hemos pedido a los participantes reflexionar sobre su doble condición de artistas y ciudadano, mostrar lo que deriva de una punta en otra y cómo ambas se combinan, en mayor o menor medida, en su trabajo creativo. Esta situación atañe a la vivienda, el estudio, la calle, el barrio y la propia ciudad, en una definición teóricamente genérica pero que en realidad es un asunto local y personal». Virginia Torrente.