En la cultura, se considera un fenómeno a un acontecimiento asombroso, sorprendente o extraordinario. Un hecho que trasgrede las normas establecidas, que rompe los patrones, que impacta directamente sobre las personas marcando a esa generación de alguna manera. Por ejemplo, la popular generación beat, que llevaba bajo el brazo En el camino de Jack Keruac mientras se rebelaba contra la tradición y el puritanismo existente en Estados Unidos, acabó siendo el germen de la contracultura hippie.
Hoy día, un fenómeno es un bien cada vez más escaso. En un mundo hiperconectado, donde todo parece inventado, donde todo llega rápido y se olvida pronto, un fenómeno es algo extraño. Y lo es, también, en el cine.
El 8 de enero de 1998 llegó a los cines Titanic, una película que narraba una historia de amor imposible contextualizada durante una de las mayores catástrofes marítimas del siglo XX. Una película que se convirtió en fenómeno. Todo el mundo quería verla, las salas de cine se llenaban día tras día, todo el mundo hablaba de ella. Fue la película que renovó las ganas de ir al cine al público y, en consecuencia, recaudó miles de millones de euros. Entre otros muchos de sus logros, fue la cinta que consiguió igualar a Ben-Hur (1959) obteniendo 11 Oscar cuatro décadas más tarde. Pocos años después, en 2001, llegó a las pantallas El señor de los anillos: La comunidad del anillo. Este fue el primer largometraje de una trilogía que, con su última cinta, conseguiría alcanzar el mismo récord de número de Oscar en la gala de 2004.

Ambas películas pueden considerarse como dos de los fenómenos cinematográficos de los últimos tiempos. Tanto en la década de los noventa como ya en pleno siglo XXI se hicieron grandes películas y producciones que han quedado en el imaginario colectivo y que forman parte de la cultura pop. Sin embargo, no todas consiguieron mover a las masas de tal manera como estas dos producciones. Estas cintas crearon un relato propio que marcó a sus generaciones y que supo abrir o cerrar la veda a un tipo de cine que intentaría aproximarse a su éxito.
La creación de un Universo
El 25 de abril de 2019 se estrenó Avengers: Endgame, el fin de la fase 3 del conocido como Universo Cinematográfico Marvel (MCU en sus siglas en inglés) que arrancó 11 años antes con la llegada a las salas de cine de Iron Man (2008). Con esta cinta, se pone punto y final a las películas de la saga Avengers, aunque el universo seguirá desarrollándose en los próximos años. La particularidad de este conjunto de películas que conforman el MCU se encuentra en la conexión entre los argumentos de las cintas protagonizadas por los diferentes personajes de las 22 películas que han dado forma a este universo. Es decir, cada largometraje tiene una identidad propia en la que se desarrolla la historia de un personaje, pero todas estas películas y sus protagonistas conviven dentro del mismo universo, por lo que cada cinta aporta algo nuevo a las demás.
Algo así ya se había hecho antes. Ya en los años 30, Universal comenzó con su franquicia de los Monstruos conformado por numerosas secuelas que atrajeron a miles de espectadores a los cines de la época. También existe la idea de que todas las películas de Quentin Tarantino conviven en un mismo universo, aunque no se trate de manera tan explícita como en el MCU.
Sin embargo, mientras que estos universos se caracterizan por el cine de autor, el Universo Cinematográfico Marvel, tal y como lo conocemos, no podría haber existido sin el desarrollo del cine digital. Los avances en cuestión de efectos especiales han hecho posible disfrutar de una saga protagonizada por personajes con poderes extraordinarios con una veracidad pasmosa. A diferencia de las películas de Universal o de Tarantino, con un claro sello de autor, las cintas del MCU son productos cinematográficos creados para llegar al mayor número de personas posibles. Son lo que conocemos como Blockbusters.

Por qué Endgame es un fenómeno cinematográfico
Dentro del MCU, todos los personajes que desarrollan sus tramas en películas paralelas han tenido un punto en común: la saga Avengers. En esta tetralogía se han reunido todos los personajes que se han ido dibujando con dedicación durante más de una década y se ha dado desarrollo a una trama común que tiene su clímax en Endgame. El verdadero triunfo de la franquicia de Marvel ha sido el de devolver el prestigio a las películas de superhéroes adaptando el lenguaje cinematográfico al contexto actual y dando forma a una nueva manera de consumir cine.
En el primero de los casos, un claro ejemplo reside en Black Panther (2016), el primer largometraje protagonizado por un superhéroe negro que atrajo a millones de espectadores a las salas. En ella se hablaba de Vibranium y de magia, pero también de cultura africana, de esclavitud y de hermandad. Esta aportación a la cultura cinematográfica se tradujo en la primera nominación a Mejor Película para una cinta de superhéroes en los Oscar, y que acabó con el triunfo de dos estatuillas.
Por otro lado, el desarrollo del MCU en películas conectadas entre sí ha creado una nueva manera de hacer y ver películas que otras franquicias en la actualidad han intentado copiar sin tanto éxito, como es el caso de DC. Lo que ha conseguido Marvel es que todo el público acabe viendo todas sus películas para poder entender el universo. Si te enganchaste, por ejemplo, viendo la primera de Avengers, acabarás viendo Iron-Man o Capitán América para entender el producto completo. Marvel ha convertido su Universo en una serie cuyos capítulos son películas, y nadie se salta ningún capítulo de una serie.
De esta manera, el cine de superhéroes ha pasado de ser de nicho para ser mainstream. Marvel ha conseguido unificar a gran parte del público para que vaya al cine a ver sus películas, aunque no sean fans de los comics o, incluso, de las historias de superhéroes. Algo que ya hicieron en su día con la ciencia ficción George Lucas con Star Wars o Peter Jackson con El señor de los anillos. Endgame es el culmen de este proyecto que, aunque continúa, cierra un ciclo convirtiéndose en el último fenómeno cinematográfico de nuestro tiempo. Difícil de replicar y superar.
En una época en la que la nostalgia y los remakes abarrotan la cartelera, la última cinta de Avengers pone punto y final a una nueva forma de cine de masas, disfrutón y con identidad propia, que ha sabido crear su propio discurso en la historia del cine y marcar una generación. Por eso Endgame es el fenómeno cinematográfico de nuestro tiempo.