La religión es una decisión personal. La libertad de culto es uno de los derechos principales en cualquier sociedad democrática que se precie. Todo el mundo tiene derecho a rezarle al Dios que le dé la gana. O a no rezarle a ninguno.

Sin embargo, no siempre ha sido así. Ni lo es ahora en todos los lugares del planeta, ni mucho menos. La mayoría de las religiones han sido perseguidas o perseguidoras en algún momento de la historia, víctimas o verdugos de una violencia en nombre del Dios de turno. O siendo la excusa para objetivos mucho más mundanos.
Los judíos, la religión más perseguida
El antisemitismo ha sido el odio religioso más extendido a lo largo de la historia. Los judíos han sido los más atacados por su religión. Empezando por la forma en la que fueron esclavizados por el Egipto de los faraones, para continuar con el Imperio romano y la diáspora. Después, la Europa cristiana de la Edad Media y su afán conversor, algo similar –en menor medida– a lo que ocurría en el mundo islámico.
Este antisemitismo fue creciendo en los siglos posteriores, sobre en toda Europa y luego en América. Prohibiciones, guetos, impuestos, ausencia de derechos…; hasta desembocar en el horror del Holocausto.

Todo ello, para acabar teniendo su propio estado, el de Israel, rodeado de países musulmanes con los que ha tenido que combatir para existir. Pero claro, es ahí donde puede considerarse que se ha dado la vuelta a la situación, ya que en su interminable conflicto con el pueblo palestino se le considera el verdugo, no la víctima.
Religión cristiana: mártires y cruzados
El cristianismo nació como religión en medio de la persecución, tanto de las autoridades judías como de las romanas. Tal es así que su precursor, Jesucristo, fue asesinado. A este le siguieron decenas de miles de mártires que murieron por seguir sus enseñanzas.
Más tarde, ya en la época moderna, el anticlericalismo de la Revolución francesa llevó a hostigar a cientos de cristianos. Algo similar a lo que ocurrió en otros lugares como la España de la guerra civil o el Bloque del Este.
La persecución continúa hoy en día. En el autodenominado Estado Islámico, Pakistán, Yemen o en países africanos como Sudán, Egipto o Somalia. Lugares donde ser cristiano supone la marginación, la esclavitud o la muerte. Algo tristemente habitual para comunidades enteras.

Pero si los cristianos han sido muy perseguidos, también han sido grandes perseguidores. En la conquista de América, del norte y del sur, civilizaciones enteras fueron arrasadas, muchas veces con la excusa de «cristianizar». Lo mismo que ocurría con la Inquisición en el Imperio español. Y qué decir de las Cruzadas, «guerras santas» por propia definición cuya única motivación era tener una religión diferente en Tierra Santa. Más tarde utilizadas por los papas como excusa contra sus enemigos políticos.
Claro, que entre las diferentes religiones cristianas también ha habido conflictos, como las guerras de Flandes –como complemento al conflicto territorial– las francesas guerras de religión o el conflicto del Ulster –también con otro motivo como principal–.
Los musulmanes
La musulmana es otra de las religiones que han sufrido persecuciones en su historia. A las ya nombradas Inquisición en España y a las Cruzadas, se unen otros conflictos como los protagonizados con los hindúes en la India ya independizada, con miles de víctimas a sus espaldas. Pero si alguien ha perseguido a los musulmanes han sido los propios musulmanes, dentro del conflicto milenario que separa a los suníes de los chiíes. Sin duda alguna, la gran lacra que siglo tras siglo ha desangrado al mundo islámico.
También los actos terroristas de los últimos años en occidente perpetrados por islamistas radicales han desembocado en una especie de islamofobia generalizada. Cristalizada, por ejemplo, en la nueva política exterior de Donald Trump en Estados Unidos.

En la otra cara de la moneda, una interpretación radical del Corán y la Sharia es la que ha convertido a esa parte de la religión musulmana en una de las grandes perseguidoras de otras religiones. Para los seguidores de estas corrientes, matar «infieles» forma parte de ser musulmán. Víctimas de todos los periodos históricos, tanto en forma de guerra como en forma de terrorismo, son la triste prueba.
Otras religiones perseguidas
Aquellas religiones consideradas paganas que fueron erradicadas durante la conquista de las Américas también sufrieron opresión. Lo mismo que ocurre con religiones principalmente asiáticas como el budismo, el taoísmo o el confucionismo, perseguidas por los regímenes totalitarios de lugares como China o Corea del Norte.
El ahmadismo o el bahaísmo se unen igualmente a esta lista, cuyos seguidores sufren agravios de miembros del Islam por considerarlos herejes.
De una forma o de otra, se trata de matar o morir por un Dios. Algo que debería pertenecer a la historia pero que tristemente sigue siendo de rabiosa actualidad. Todo ello, presidido por una importante contradicción. Casi todas las religiones invitan en sus enseñanzas a ser bueno con el prójimo.