El druida Veran y la celta Kerra en un fotograma de la serie Britannia
Veran y Kerra en un fotograma de la primera temporada de Brtiannia. | Sky Atlantic

‘Britannia’, una épica psicodelia no apta para estirados

Siempre que algo reluce en su sector sobre el resto de sus pares parece que ese microcosmos está destinado a un apocalipsis. Cuando se lee El Señor de los Anillos cae la cuestión de qué habrá tras ello. Más adelante llega Juego de Tronos y de nuevo aparece la desazón ante el futuro. Poco importa del formato del que se trate. Sin embargo, la realidad suele atizar sin más y la respuesta habitual es el mero entretenimiento. Esta es la principal característica de Britannia, serie de Sky Atlantic y Amazon Prime que distribuye en España HBO.

Aulus Plautius y Lucius en la primera temporada de la serie Britannia
Lucius y Aulus Plautius en un fotograma de la primera temporada de Britaniia. | Sky Atlantic

Britannia, una invasión plagada de psicodélicos

La serie que acaba de estrenar su segunda temporada es, en resumen, una fantasía épica pseudohistórica de tripis. Un concepto bizarro creado por Jez Butterworth, veterano dramaturgo inglés. Él mismo ha reconocido que el producto no es para todo el mundo. Sin embargo, ambas temporadas comparten efectividad, irreverencia y el apoyo de un segmento significativo de quienes la han visto. Así lo aseveran las críticas positivas de los grandes portales de crítica popular como Metacritic y Rotten Tomatoes, con un 6,5 y 64/100 respectivamente.

Britannia tiene como premisa la invasión de la mayor de las islas británicas por parte de Roma en el 43 a.C. Un lugar de “pesadilla”, como no paran de recordar los pipiolos legionarios durante la primera temporada. El antagonista principal es Aulus Plautius, el general que impuso el águila en el sur de la actual Inglaterra. Sus primeras líneas y acciones ya dejan claro que David Morrissey domina a la perfección el papel. Sobrado, con gracia, cruel… todo lo que se espera de un “malo” con encanto. Su segundo al mando Lucius (Hugo Speer) aguanta como puede el colocón general.

Enfrente tiene a los reinos celtas del lugar y los druidas. Estos últimos están encabezados por Veran, interpretado con comodidad por Mackenzie Crook. Tiene aspecto de Skeletor y una compostura digna de quien habla en nombre de los dioses. El aspecto más psicotrópico y gore de Britannia lo traen ellos. Abusando de los tópicos con gracia, la serie los presenta en una continua orgía e ingesta de drogas.

Los druidas mandan y su dictado es definitivo. Si hay que sacrificar, se sacrifica. Cuentan en su haber con la capacidad de ser los únicos que saben leer las runas con las que marcan el destino de reyes y demás mortales. En la segunda temporada Crook dobla personaje y da cara, más literalmente, a Harka, hermano de Veran. Un tipo oscuro a más no poder.

Los mortales nunca importan demasiado

Los celtas deambulan entre las tribulaciones del cambio de status quo con flema. Los Cantii toman la posición rebelde con su rey Pellenor (Ian McDiarmid), su descolocado hijo Phelan (Julian Rhind-Tutt) y la despreciada Kerra (Kelly Reilly). No hay que perder el ojo a la ex de Phelan, la maquiavélica Amena de Annabel Scholey.

El druida Veran y la celta Kerra en un fotograma de la serie Britannia
Veran y Kerra en un fotograma de la primera temporada de Brtiannia. | Sky Atlantic

Por su parte, los Regnii entran al juego de la negociación con la estrambótica reina Antedia (Zoë Wanamaker) a la cabeza. Su hija, Ania (Liana Cornell) tiene una agenda propia basada en creerse el avatar de un dios. Faltan, claro está, aquellos individuos destinados a salvar lo insalvable a través de folklore y leyendas. Eleanor Worthington Cox es la niña elegida, sin nombre de adulta por culpa de los romanos. Su maestro, muy a su pesar, es el Divis de Nikolaj Lie Kaas, un druida exiliado por haber sido poseído por un demonio bastante chungo.

Particularidades que marcan la diferencia en Britannia

Leyendo la premisa, la diferencia con otros productos como Vikings no es muy grande. Sin embargo, basta ver los créditos iniciales para destapar la diferencia. «Hurdy Gurdy Man» de Donovan es la elección del creador para abrir la primera temporada. Una canción que ya apareció, por ejemplo, en Zodiac de Fincher. Aquí el efecto es extraño a más no poder. La lírica y melodía psicodélica combina bien con el cromatismo de la introducción. Sin embargo, la temática choca. La calma del tema se estampa contra el ambiente extremo que luce Britannia. Con todo, cuadra con el comportamiento de los druidas y diferencia con eficacia la serie a través de la ironía.

Esto despertó la ira de ciertos fans del género que no entendían el asunto. Si no había quedado claro, en la segunda temporada Jez Butterworth escogió «Season of the Witch» del mismo Donovan. El encaje con la trama es innegable e incluso llega a empastar en ocasiones con la escena que sigue a los créditos iniciales. Estas inspiraciones transversales han dado antes grandes piezas, como en el caso de «The Battle of Evermore» inspirada en El Señor de los Anillos.

Sea como fuere, esta irreverencia que se muestra para con la trama se continúa con la escritura de los diálogos. Estos se hallan repletos de coloquialismos actuales, incluso frases hechas. De nuevo, se rebaja la tensión histórica en pos de entretener e incrementar la bizarrería del todo. Que sea un acierto o no es cuestión del gusto particular.

Aulus Plautius desafiante en la serie Britannia
Aulus Plautius en Britannia. | Sky Atlantic

Magia, dioses o nada de ello

En la particular visión de Britannia, el mayor diablo es Roma. Literalmente. Aulus Plautius clama que por donde él pisa, pisa el imperio. El militar es tomado por la encarnación de Lokka, un demonio que destruirá a los druidas y la sociedad celta. Tal carácter se va reforzando con el avance de las tramas.
Este juego de misticismo se lleva bien, sin revolcarse en la trascendencia.

Que la magia britana sea cierta o no siempre se deja en duda. Aulus puede ser Lokka o no. Veran y Harka pueden ser los avatares de los dos primeros hombres de la isla o no. Los toques de humor y gore suelen rebajar la tensión sin restar la épica.

Divis sostiene a una inconsciente Cait en la serie Britannia
Divis y Cait en un fotograma de la serie Britannia. | Sky Atlantic

Lo anterior se nota especialmente con la elegida y su maestro. En su caso, el ridículo suele ser la constante. Divis llega a la parodia abierta mientras que ella tiene ataques de ira francamente divertidos. La vis cómica de ambos, especialmente la de Eleanor Worthington Cox, y la complicidad que tienen hace que el conjunto funcione.

Mención aparte merecen los legionarios secundarios. Brutus y Philo (Daniel Caltagirone y Zaqi Ismail) tienen bastantes minutos en un viaje hippy que llevan a cabo tras desertar. Los segundos al mando de Aulus Plautius sufren las consecuencias de tener un líder que se cree un semidios. En general, los soldados lidian con las típicas ganas romanas de amotinarse y el choque de fe que supone campar por una tierra repleta de deidades.

Cartel de la segunda temporada de Britannia
Cartel de la segunda temporada de Britannia. | Sky Atlantic

Sin tercera temporada confirmada, de momento Britannia ha logrado mantener su apuesta por mezclar romanos y psicodelia dos. Una apuesta que parece consolidarse y cuya intención es entretener. Logra tal misión con la misma efectividad que Aulus Plautius la suya. Si se quiere buscar más trascendencia, un tratado histórico o no gusta el folk de tripis sesentero, mejor buscarse otra producción. Como ocurre con las drogas que se meten la mitad de sus personajes, o la tomas o la dejas.