fotografía escaparate mirada oblicua robert doisneau

Besos para todos

Cuando hacemos una fotografía lo primero que intentamos hacer es encuadrar la imagen que queremos. Esto es una tarea difícil porque la mayoría de las veces el resultado esperado suele ser decepcionante. Por falta de luz, porque el objeto a retratar está demasiado lejos, porque sale trepidada o desenfocada la imagen. Siempre hay alguna dificultad para obtener una fotografía decente.

La segunda parte que solemos hacer para captar una imagen y no llevarnos una decepción es preguntar a algún conocido, entendido en el mundo de la fotografía. Esta persona nos dirá posiblemente: «Normal que no te salgan bien las fotos. Esto es porque no tienes los conocimientos necesarios para poder hacer buenas fotografías». Y concluirá diciéndonos: «Necesitas comprender lo que es la velocidad de obturación y el diafragma».

Es verdad que para obtener buenas instantáneas lo primero que necesitamos es conocer todos los parámetros que nos ofrece una cámara fotográfica. Para captar «el instante decisivo», así llamaba a las fotografías Henri Cartier-Bresson, es necesario tener unos buenos conocimientos de óptica, de cámara, de teoría fotográfica y de composición. Pero además, para componer el «cuadro» que rellena la fotografía es necesario tener una cualidad innata, un don, una mirada diferente y esto es lo que tenía Robert Doisneau. Sabía cuando tenía que apretar el botón para «captar» el momento.

velo tati robert doisneau
Le Vélo de Tati, por Robert Doisneau, 1947 || Fuente: Flickr

Felicidad

Robert Doisneau no lo tuvo fácil para ser un gran fotógrafo. Aunque sus inicios comenzaron dentro del campo de la fotografía industrial, en la marca de automóviles Renault, pronto prescindirían de él debido a su gran absentismo. Robert justificaría sus ausencias con excusas como «desobedecer me parecía una función vital, y no me privé de hacerlo». Su hija Francine admitiría que su padre se quedaba toda la noche sin dormir experimentando con fotografías en color y por el día se quedaba dormido exhausto.

Sufrió después los horrores de la II Guerra Mundial, participando como soldado en la Resistencia Francesa. A partir de 1940 empezó a relacionarse con Cartier-Bresson y Robert Capa y comenzó a realizar sus trabajos más conocidos. Tras las penurias sufridas en la guerra, Doisneau se negó a retratar una Francia hundida y horrorizada. «Mis fotos son como me gustaría que fuera el mundo», solía decir.

Sus instantáneas sobre la vida parisina de la década de los 40 y 50 es una alegoría a la ilusión, a la vida y a la felicidad que aún llega a nuestros días. Todo su trabajo es digno de estudio. Un fotógrafo brillante que merece la pena observar y estudiar. Son muy recurrentes, por ejemplo, sus fotografías sobre la alegría e inocencia de los niños. Una metáfora clara de una nueva ilusión, una nueva alegría por la que vivir.

fotografía escuela robert doisneau
La escuela, por Robert Doisneau, 1956 || Fuente: Flickr

Maestro

Robert Doisneau forma parte de la historia de la fotografía. Es indudable su maestría y dominio sobre este tipo de arte. Aunque hasta principios de 1950 no alcanzó el éxito gracias a la gran instantánea titulada como El beso. Una gran escena, llena de misterio y polémica debido a que no se sabía si era un posado, pero de una gran fuerza y carisma. Aunque al final se supo que era una fotografía preparada, el significado no empaña el objetivo. París capital del romanticismo y la libertad. El beso es un icono del siglo XX que sigue impactando por su dinamismo y descaro. Una fotografía por la que todos y todas nos hemos identificado, el amor.

A partir de ahora, cuando queramos obtener una fotografía lo tendremos más claro. Ya sabemos que necesitamos tener los conocimientos técnicos para utilizar una cámara y tenemos que saber componer la imagen. Pero además, no dudaremos en acordarnos de los grandes maestros que nos enseñaron lo más importante de la fotografía, «captar» el momento.

fotografía beso robert doisneau
El beso, por Robert Doisneau, 1950 || Fuente: Flickr