Babi Yar, el barranco del exterminio

Hace 73 años, nada menos que 73 años, el cielo de Kiev oscureció y con ello se ennegrecieron las almas de sus habitantes. Los mayores del lugar, por aquel entonces jovenzuelos camaradas soviéticos, aún recuerdan como una espesa lluvia ocultó el claro cielo del estío kievita. Recuerdan, también, el olor. Sí, el olor, el olor es recordado perfectamente.

babi yar
Mujeres judías desnudas antes de ser fusiladas || www.jorgemestre.com

En realidad, en ese preciso momento no podían dar un significado conciso sobre lo que estaban oliendo.
Los niños, que jugaban al balón, quedaron petrificados. Con las palmas de las manos abiertas, algún atrevido con la lengua fuera, esperaban que las gotas de la famosa lluvia fueran a parar allí, a sus manos, y a alguna que otra lengua. Cuando las gotas tocaron sus palmas y lengua, pudieron comprobar que no las mojaban como acostumbraban. Las gotas tenían espesor, color, y olían de forma diferente. Uno de aquellos niños, el más avispado supongo, informó al resto de que aquellas gotas eran cenizas, la conversación seguramente fue esta:

“- ¿Ceniza? Imposible. -Negó otro.
– Dios está fumando… ¿Y si fuera un puro? -preguntó casi susurrando otro.
– ¿Dios? – respondió el avispado- Las repúblicas soviéticas no tienen Dios, tienen Soviet supremo. -Informó al resto, y todos afirmaron.”

Efectivamente era ceniza. Ni Dios ni el soviet supremo estaban fumando un puro. Aquel verano de 1943, cuando el ejército Rojo asediaba la ciudad de Kiev, aún controlada por los nazis, estos mandaron a los trescientos prisioneros de guerra del vecino campo de concentración de Syrez desenterrar durante día y noche a los muertos. Se levantaron pilas de dos mil quinientos cadáveres cada una, los quemaron y después trituraron los huesos. La ceniza y el olor de aquellos cadáveres hizo de Kiev una ciudad tenebrosa durante días. Más tarde también se mató a los prisioneros, de modo que sería como si nunca hubieran visto nada: nunca podrían hablar.

Babi Yar

Dos años antes, en 1941, y diez días después de la entrada de los alemanes en Kiev se mató en Babi Yar a toda la población judía que quedaba en la ciudad. Se hizo a la vista de los demás pobladores y con la ayuda de la policía del oeste de Ucrania. Hoy día, muchos ciudadanos continúan acercándose cada septiembre al barranco de Babi Yar.
Porque Babi Yar, cuyo nombre ya ha pasado a los anales de la historia del crimen y de la putrefacta mente humana, no deja de ser un barranco. Babi Yar no tenía nada en especial, absolutamente nada, bueno, quizá sí, una cosa, una cosa muy particular y desgarradora: era la zona más cómoda de toda la ciudad para cometer un genocidio.
¿Hay sitios cómodos para ello? Al parecer sí. Puedo imaginar las conversaciones entre los gerifaltes nazis destinados en Kiev con la misión de exterminar:

“-Hagámoslo aquí.
– ¿Aquí? ¿Está usted seguro de que quiere que nuestra “hazaña” histórica sea cometida en un barranco, capitán?
– ¿Le parece poco glamuroso?
-Mmmm bueno… tampoco… se trata de eso.
– ¡Entonces calla maldito hijo de perra, vamos a matar bastardos judíos!”

Judios nazis Babi Yar
Judíos asesinados en una fosa común || www.sptuniksnews.com

Días antes del genocidio, el ejército alemán tuvo a bien anunciar a bombo y platillo lo siguiente: “La totalidad de los judíos de Kiev y alrededores debe congregarse a las 8 horas del lunes 29 de septiembre de 1941 en el cruce de las calles Melnik y Dokterivski (junto al cementerio)”. Puedo imaginar la confusión del pueblo judío kievita. “¿Qué querrán de nosotros? ¿A esto se referían con aquello del pueblo elegido?”

¿Lo más asombroso? Hicieron caso. Como si aquella quedada fuera una simple invitación por su simple condición de judíos, como si de la Torá o el Talmud se tratase. Ríos de gente bajaron por la calle Bolsháia Jitomírskaia, derechos a presenciar su propia muerte. Niños, madres, padres, nietos, abuelos… todos ellos marcharon a un punto de no retorno. A la más seguras de las muertes. En Babi Yar se abrió una fosa, evidentemente común. Se hizo un gran agujero, donde irían a parar los cuerpos. Kiev, cuna del yidis y de la propia raíz judía durante siglos, había sido limpiada.
En el barranco de Babi Yar, junto al cementerio, murieron asesinadas 33771 personas en dos días. Días más tarde asesinaron a 17.000 judíos más y a partir de ese punto dejaron de contar, estaban aburridos. Pero no sólo murieron judíos. De hecho, los primeros en ser asesinados fueron los pacientes del hospital psiquiátrico. Los mataron de forma sigilosa, al borde del barranco, en vagones de gas.

Babi Yar
Monumento actual erigido en el sitio de la masacre de Babi Yar || Rolan Geider

Desde 1941 hasta la liberación de Kiev en 1943 se mató a: prisioneros de guerra, partisanos, marineros de la flota de Kiev, mujeres jóvenes, demás judíos de la región, peatones detenidos en las calles, sacerdotes, nacionalistas ucranianos y tres camiones enteros de gitanos.
Según los cálculos aproximados, en Babi Yar murieron entre 100.000 y 200.000 personas. Un margen de cien mil personas… ese margen, sin duda, es el claro reflejo de lo repugnante y perturbada que puede llegar a ser la mente humana.

 

Paul Blobel Babi Yar
Paul Blobel, responsable nazi de la matanza, ante el Tribunal Militar de Nuremberg, marzo de 1948 || Wikipedia